Amat, ayer durante la presentación de la exposición
Amat, ayer durante la presentación de la exposición - EFE

La Pedrera, universo Amat

El artista vuelca en la casa Milà su fértil universo creativo

BARCELONA Actualizado: Guardar
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«He pedido dormir en la Pedrera pero no me han dejado», bromea Frederic Amat (Barcelona, 1952) cuando le preguntan por el montaje de su exposición «Zoòtrop» en La Pedrera. El artista ha transformado el hogar de la familia Milà en un universo personal que integra sus múltiples lenguajes (pintura, dibujo, escultura, ilustración de libros, performace, audiovisual, escenografía e intervenciones en espacios arquitectónicos).

Un enorme collar cuelga en el patio interior de La Pedrera. «Esta pieza fue un encargo de un particular para un edificio de la Rambla Cataluña y ahora se ha convertido en el objeto de bienvenida a la exposición -explica Amat-. La gente está encantada porque se ha integrado en la arquitectura y se creen que es de Gaudí; mirar cómo hacen fotos los turistas».

El visitante sube las sinuosas escaleras y se encuentra con un interior «amatizado». «He abierto las ventanas para que entren las luces y las sombras y he dispuesto ocho crisálidas de color negro por las diferentes estancias». Unos tabiques transparentes separan las salas y le dan un aire teatral. De todas las crisálidas sorprende la más voluminosa cubierta con una manta de cerámica: «La mejor escultura del mundo es cuando se pone una manta sobre el lomo del caballo y eso es precisamente lo que intento transmitir con esta obra; para conseguir piezas tan grandes de cerámica he optado por unirlas con grapas».

El laberinto de crisálidas culmina en la proyección del filme «Forja», que hizo Amat en 2011 de las barandillas que Gaudí y Jujol crearon para los balcones de La Pedrera; estas imágenes semejan la caligrafía de Amat: «Yo no hago películas, utilizo las películas para dibujar».

Al otro lado del pasillo nos topamos con un escaparate de veinticinco metros de largo donde se despliegan catorce de sus proyectos más queridos. Empieza con el anteproyecto de 1998 de decoración del techo de la gran sala del Liceo que no se realizó y curiosamente acaban con su polémica propuesta de decoración en 2015 para la fachada del Liceo que tampoco se llevó a cabo. «Es pura casualidad esta coincidencia y no tengo ninguna obsesión porque se realice la intervención en la fachada. Lo que sí que tengo claro es que en cuestiones de arte nunca hay un consenso; a unos les gusta y a otros no. También puedo decir que después del rechazo al calcetín de Tàpies mi instalación de la fachada del Liceo ha sido de los rechazos más sonados». «Unos proyectos vieron la luz y otros no -apunta-; pero cuando voy a la sede del Lliure de Gracia me encanta ver cómo la gente toca las lágrimas de cerámica que instalé en 2010».

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