El MNAC se rinde a Bartolomé Bermejo, «el Warhol del siglo XV»

El museo barcelonés reivindica con una gran antología a este maestro medieval

Vista del «Tríptico de la Virgen de Montserrat» en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) Efe

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Enigmático, rebelde, conflictivo, outsider… Quizá no sean las primeras palabras que le vienen a uno a la cabeza a la hora de presentar a un maestro medieval crecido entre retablos y óleos de temática religiosa, pero la cosa cambia si de quien hablamos es de Bartolomé Bermejo, una de las figuras más fascinantes y al mismo tiempo desconocidas del quattrocento europeo. «Bermejo es una especie de Andy Warhol del siglo XV», avanza el director del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Pepe Serra, sobre un artista «a la contra» que se acomoda hasta el 19 de mayo en el museo barcelonés tras conquistar a más de 110.000 visitantes a su paso por el Museo del Prado.

«La idea es ofrecer la imagen más completa pero también la más atractiva y comprensible de la figura de Bermejo», explicó ayer Joan Molina, comisario de una exposición que reúne una veintena de óleos sobre tabla (la práctica totalidad de la obra que se conserva del artista) y se articula alrededor de dos obras maestras: el «San Miguel triunfante» que la National Gallery de Londres adquirió en 1995 y la deslumbrante «Piedad Desplà», encargo del arcediano Lluís Desplà para su capilla privada.

Detalle de la «Piedad Desplà» de Bermejo ABC

Ésta última, renacida tras una esmerada restauración que, entre otras cosas, h a permitido identificar la presencia de 73 especies botánicas y animales en el paisaje ideado por Bermejo, puede verse por primera vez fuera de su emplazamiento original en la Catedral de Barcelona. No han corrido la misma suerte la tabla central del retablo de Santa Engracia, propiedad de un Isabella Stewart Gardner Museum de Boston poco amigo de los préstamos, ni el «Santo Domingo de Silos entronizado como obispo», pieza que puede salir del Museo del Prado debido a sus dimensiones.

Judeoconverso errante

Nacido en tierras cordobesas en 1440 y condenado a vagar de taller en taller y de ciudad en ciudad por su condición de judeoconverso, Bartolomé de Cárdenas, alias el Bermejo, pasó por Valencia, Daroca, Zaragoza y Barcelona mientras iba dando forma un universo visual«misterioso y único» en el que convergían el ilusionismo, un innovador uso de los colores y una técnica exquisita. «Es uno de los pintores con un nivel técnico más excepcional del siglo XV; estaba a la altura de Botticelli, Hans Memling o Jan Van Eyck», subrayó Molina, para quien todo lo rodea la obra de Bermejo «nos habla de excepcionalidad».

En este sentido, el comisario destaca la habilidad del pintor para avanzarse a su tiempo y «metamorfosear» los códigos de la iconografía religiosa. «Es capaz de coger un tema como la Piedad ieda y darle no una vuelta, sino treinta. No sólo es pintura religiosa:también es un objeto de fascinación», explicó.

La exposición, un coproducció del Prado y el MNAC con la colaboración de la Fundación Banc Sabadell que viajará en verano (aunque en formato reducido) a la National Gallery de Londres, se fija también la progresiva caída en el olvido de Bermejo y su redescubrimiento a principios del siglo XX, cuando empezaron a multiplicarse las falsificaciones e imitaciones de su obra. Ahí está, por ejemplo, el trasunto de «San Miguel» que pintó el falsificador belga Joseph van der Veken y que cierra la exposición.

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