Loquillo, atracón de rock and roll actitud en el Palau Sant Jordi

El cantante se exhibe ante 10.000 personas con una maratoniana actuación de tres horas

Loquillo, durante su actuación en el Palau Sant Jordi Efe

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«Barcelona ciudad, ¡aquí me tienes!», bramó Loquillo, negro riguroso y brazos posición de despegue inminente, justo antes de atacar, quién sabe si con segundas, «Territorios Libres». (ya saben: «mi patria son sus caderas» y tal ). Y, a falta de Barcelona ciudad al completo, ahí estaba un Palau Sant Jordi de aspecto más que saludable (unas 10.000 personas, algo más del doble que en su última actuación en la ciudad) abriéndole sus puertas por primera vez para sumarse a la fiesta.

O, mejor dicho, al festín: una antología de tres horas en la que el del Clot exprimió hasta la última gota de esa «Rock And Roll Actitud» que da nombre a esta gira con la que ha querido celebrar cuatro décadas de actividad sobre los escenarios. Por no faltar, no faltó ni Sabino Méndez, compinche original y cerebro de la primera encarnación de Los Troglodita al que Loquillo invitó a escena para interpretar «Rock And Roll Star», una de esas canciones con las que el tándem Méndez-Sanz empezó a hacer historia trasplantando los códigos del rock and roll.

El concierto, de hecho, fue como un gigantesco y apabullante homenaje a una manera de entender el rock que Loquillo sigue defendiendo de forma granítica, conectando prácticamente todas las etapas de su discografía y apoyándose en una banda soberbia liderada por las guitarras de Mario Cobo, Igor Paskual y Josu García.

«En un tiempo en que unos restan y otros dividen, yo prefiero sumar», dijo antes de presentar a los músicos con uno de los pocos mensajes potencialmente políticos de una noche de himnos juveniles y odas al desencanto; de cosquilleo nostálgico y visitas a las barricadas para encuadrar, como en «Antes de la lluvia», los «fantasmas del siglo XX que nos acechaban y que ya están aquí».

En el primer tramo, calentando la garganta con soflamas airadas, el Loquillo más grave llevó a escena su madurez para descorchar «El hijo de nadie», «A tono bravo» o, claro, «Rock And Roll Actitud». También se acordó de Johnny Hallyday, fallecido hace justo hace un año, con «Cruzando el paraíso» y evocó la memoria de esos jóvenes airados que ya no son ni tan jóvenes ni tan airados, pero la auténtica barra libre llegó con «El rompeolas», himno mayor a partir del que todo vino rodado.

Fue el momento de abrir de par el armario de los grandes éxitos para encadenar «Carne para linda», «El ritmo del garaje», «Rey del Glam» o «En las calles de Madrid». Siempre con sus héroes a cuestas, no se olvidó de Johnny Cash (cayó «El hombre de negro») ni de los Lone Star de «Mi Calle» y, una vez más, le apretó las tuercas al «I Fought The Law» que The Clash le birlaron a los Crickets.

Tras la fugaz intervención de Sabino Méndez, su lugar lo ocupó otro invitado de postín: un Leiva junto al que Loquillo viajó a «El final de los días» y rescató «¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?», de Burning. Nuevas cimas emocionales para empezar a despedir una noche de impacto arrollador en la que no faltaron ni hitos primerizos como «Esto no es Hawaii» o «Quiero un camión» ni viejos éxitos proscritos durante daños (sí, sonó «La mataré» ). Una generosa panorámica, un atracón de rock and roll actitud que culminó, cómo no, con «Cadillac solitario», con Loquillo imponente sobre el escenario y a los pies su ciudad; su Barcelona ciudad.

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