Joan Manuel Serrat, pletórico en su regreso a su «Mediterráneo»

El cantautor emociona en la primera de las tres noches barcelonesas de «Mediterráneo da capo»

Joan Manuel Serrat, el martes durante su actuación en Barcelona Efe

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Sin la furia de un océano pero con las suaves sacudidas de ese melancólico oleaje que todo lo envuelve, Joan Manuel Serrat volvió a «Mediterráneo» y la aguas se abrieron para mecerlo, franquearle el paso y, en fin, acabar acogiéndolo en su lecho marino. Un regreso a las esencias, a ese chapotear en las mismas aguas frente a las que encadenó las diez canciones de «Mediterráneo» , con el que el cantautor barcelonés atracó el martes en el Auditori del Fòrum entre ovaciones de gala y aplausos repletos de ecos nostálgicos.

Primera noche de las tres que pasará Serrat encerrado en el que probablemente sea el escenario más cercano al mar de toda la ciudad y éxito rotundo coronado por una triple tanda de bises, un par de ramos de flores viajando desde la platea e incluso algún intento de cantarle el cumpleaños feliz por esos 75 años que cumplirá el 27 de diciembre. «Andan distraídos», bromeó Serrat en cuanto la platea empezó a desafinar y también a sintonizar con el espíritu de una gira en la que la fecha es lo de menos. «Tal y como están las cosas, prefiero pecar de prudente y celebrarlo todo por adelantado», dijo. Es por eso que esta gira conmemorativa de «Mediterráneo», disco que publicó en 1971, llega no en el 40 o el 50 aniversario, sino en el 47, «un número tan bueno como 253».

Así que, andiamo da capo. Desde el principio. Todos a una y de cabeza hacia ese «Mediterráneo» que Serrat recrea al completo aunque con las canciones desordenadas respecto al álbum original. Una licencia narrativa y sonora que le llevó a navegar de la orilla de esa «Mediterráneo» con la que empezó y acabó el primer tramo del concierto a los temblores de «Vagabundear», la solemne gravedad de «Pueblo blanco» o la sencilla emoción de «Aquellas pequeñas cosas» . Su voz, es cierto, transmite hoy mayor fragilidad, como si pudiera quebrarse en cualquier momento bajo el peso de «Lucía» o «Tío Pepe», pero siempre se las arregla Serrat para salir a la superficie tomando impulso en los arabescos de teclado de Kitflus o en la sutil discreción con la que Enric Miralles dirige la banda desde el piano.

Superado el tramo dedicado a «Mediterráneo», el del Poble Sec siguió haciendo memoria y, cambió el guión que había venido repitiendo noche tras noche para zambullirse en busca de algunas de las mejores perlas de su repertorio en catalán. Cayeron, solemnes y emocionadas, «Temps era temps», una insuperable «Cançó de matinada» y esa «Plany al mar» con la que deploró que el Mediterráneo, su Mediterráneo, se haya convertido en «un sarcófago para miles de hombres y mujeres».

Con sus poetas siempre en la memoria y el público entregado tras casi dos horas de actuació, se acordó de Miguel Hernández en «Menos tu vientre» y «Para la libertad» y tomó impulso en una «Canço de Bressol» servida entre escalofríos para descorchar, eufóricas y definitivas, «Me’n vaig a peu» y «Cantares». Serrat, golpe a golpe, verso a verso, y brazada a brazada, pletórico en su Mediterráneo soñado y a ratos perdido.

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