El infierno de Rodin se instala en Barcelona

La Fundación Mapfre conmemora el centenario de la muerte del artista diseccionando su obra más célebre

Versiones de las obras «El beso» (i) y «El pensador» (d) pueden contemplarse en la exposición EFE

MARÍA GÜELL

La Fundación Mapfre celebra el centenario de la muerte de Auguste Rodin con una exposición en su sede de Barcelona que disecciona su obra más importante, «La puerta del infierno», que le ocupó veinte años de su vida. «Después del Gran Palais y del Museo Rodin de París, nosotros también queríamos hacerle nuestro particular homenaje», subraya Pablo Jiménez Burillo, director de cultura de Mapfre, que contó desde el primer minuto con la complicidad de la directora del Museo Rodin, Catherine Chevillot.

«La puerta del infierno» fue un encargo del estado francés en 1880 para decorar la puerta del Museo de Artes Decorativas. «Muchas de las esculturas que la componen se desarrollaron de manera individual y llegaron a ser piezas independientes como “El Pensador”, “Las tres sombras” o “El beso” », subraya Jiménez Burillo que destaca de Rodin su capacidad de transmitir sentimientos y emociones.

Rodin tenía cuarenta años cuando recibió esta misión y nada hacía sospechar que se convertiría en el padre de la escultura moderna. «Una de sus grandes decepciones fue el momento que expuso “L’Âge d’airain” y fue acusado de haber utilizado un molde vivo lo que provocó que el Estado no comprara la escultura», comenta Jiménez Burillo frente a esta espectacular pieza que da la bienvenida al visitante. Esta anécdota es clave para entender la historia del artista. «Sus amigos y artistas le defendieron ante tal injusticia y en 1880 recibió el encargo de “La puerta del infierno” sin concurso».

De Dante a Baudelaire

«En la portal aparecen más de doscientos personajes -explica Chevillot-; figuras que se transforman, que se combinan y que se fragmentan». Si en las primeras etapas de la puerta la influencia era exclusiva de «El Infierno» de Dante, más adelante aparece «Las flores del mal» de Baudelaire.

«En este recorrido por más de cien piezas del Museo Rodin de París veremos muchos yesos, material predilecto de artista porque le permitía explorar las formas y seguir perfeccionando sus creaciones. El yeso representa el primer estadio antes que se mande a fundir en bronce o se talle en mármol». Una de las piezas que más sorprende es una enorme cabeza en bronce de San Juan Bautista: «El escultor produjo varios ejemplares en mármol con modificaciones en la cabellera y la bandeja; de uno de los primeros sacó un molde que le sirvió de modelo para una edición en bronce».

Después de veinte años de trabajo, Rodin presentó la puerta en la Exposición Universal de París de 1900, aunque «exhibió las figuras de la puerta como esculturas autónomas». Para Chevillot, esta obra no es sólo un trabajo de relación entre arte y arquitectura, sino que es un «imaginario del destino humano, una meditación sobre la historia de la humanidad, muy común en el siglo XIX».

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