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Josep Garganté - ABC

Josep Garganté, un antisistema con sillón en el Ayuntamiento

El edil de la CUP, cazado durante las protestas en Gràcia, acumula un largo historial de polémica y está en proceso judicial por coacciones a un médico

BARCELONA Actualizado: Guardar
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La presencia del concejal de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona Josep Garganté en las protestas por el desalojo del «Banco Expropiado» del barrio barcelonés de Gràcia no ha hecho más que inflamar un poco la polémica que rodea al concejal antisistema desde que estrenó cargo en el consistorio barcelonés.

Y es que Garganté, tercero en la lista de la CUP por Barcelona, acumula un largo historial de encontronazos y salidas de tono. Conductor de autobuses de TMB, la empresa de transportes municipal, y miembro de CGT y COS, de Garganté se sabía que llevaba tatuada en los nudillos la palabra «Odio» y que en 2012 había sido condenado a pagar una multa de más de 5.000 euros a TV3 por un delito de daños intencionados, por la rotura del objetivo de una cámara de la televisión pública «con un objeto contundente» durante la huelga general de 2010.

En aquel momento, Garganté era portavoz de la sección sindical de CGT, y aún no se adivibana un salto a la política que tampoco ha conseguido amilanarle. De hecho, actualmente se encuntra inmerso en un proceso judicial por una supuesta coacción a un médico al que pidió que revisara el informe de un mantero lesionado, que se abría caído huyendo de la policía, para atribuir las lesiones a la Guardia Urbana.

El caso vivió ayer mismo un nuevo episodio cuando la Audiencia Provincial de Barcelona desestimó el recurso presentado por el Ministerio Fiscal en el que pedía que se calificara de delito menos grave las presuntas presiones del concejal de la CUP al médico, por lo que lo mantiene como un delito leve.

Garganté también se hizo célebre por aprovechar la retirada de la medalla de Oro a la Infanta Cristina para entonar dentro del Ayuntamiento una canción popular en la que podía oírse «Si el Rey quiere corona / corona le daremos / Que venga a Barcelona / y el cuello le cortaremos» o por lanzar billetes de 500 falsos en un pleno del Ayuntamiento para protestar por el debate sobre la candidatura de la ciudad a los Juegos Olímpicos de invierno.

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