Antonio Robles - Tribuna Abierta

Y Cayetana quemó las naves

El problema de Cataluña hoy es de pedagogía. Sin anestesia

Mañana se decidirá el destino de la nación española en las urnas. Hemos llegado hasta esto porque la euforia del pacto constitucional nos cegó los ojos y los anegó de olvido. Poco a poco, como la carcoma, el resentimiento del catalanismo más ladino liderado por Jordi Pujol puso las bases desde la escuela y TV3 del vaciado del Estado en Cataluña y su sustitución por una nación étnica basada en la lengua, en el expolio fiscal, y la invención de una historia cimentada en la pedagogía del odio, el victimismo, la mentira y la manipulación del lenguaje.

No fue sólo la simulación y la deslealtad del catalanismo, el delirio se construyó porque un enjambre de intelectuales orgánicos, periodistas indocumentados y políticos equidistantes colaboraron con su silencio o su apoyo. Y lo peor, todos los gobiernos de España primaron los apoyos nacionalistas sobre los intereses comunes de Estado.

Las consecuencias están a la vista: cerca de la mitad de catalanes están abducidos por sus propias emociones, llaman democracia a la rebelión contra la Ley, libertad a imponer por la fuerza su identidad a los demás y presos políticos a delincuentes. Ni siquiera tienen conciencia de ello, viven atrapados en un delirio que los lleva a creer que las calles son suyas, los españoles unos genocidas y ellos los judíos de una nación perseguida.

Ya no es una cuestión de urnas, ni de Tribunales, ni de la soberanía de la nación de todos, su mundo está hecho de emociones, y los sentimientos, como soltara el indocumentado de Montilla, no se juzgan.

El problema de Cataluña hoy es de pedagogía. Sin anestesia. Como la ha impartido Cayetana Álvarez de Toledo, sin cálculos electorales y con el mapa del Estado de Derecho y el pacto constitucional en la cabeza. Ella ha entendido profundamente el problema de Cataluña. No es España, no es falta de democracia, no es expolio o persecución cultural, el problema es el nacionalismo, la equidistancia, la adolescencia de una generación a la que se la ha tratado como a niños consentidos en vez de hablarles como adultos.

Cayetana ha logrado lo obvio, poner el problema encima de la mesa. Es la heredera legítima de los tres primeros diputados de Cs. Hace años que Albert Rivera dejó de ser beligerante con la inmersión, quiso pasar desapercibido en el paisaje con un maquillaje de chico rebelde para ampliar el perímetro electoral al catalanismo light. Inés es la perfecta doncella, junto a Valls, para hacer ese papel, pero Cayetana es imprescindible para restaurar la democracia en Cataluña y defender una España de libres e iguales.

Puede que la Cataluña de hoy no le reporte beneficios electorales, pero ha puesto las bases de su curación.

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