Joan Corbera - Tribuna Abierta

Twitter #responsable

La red social no puede permitir que «Son Goku» insulte a Maza

Poco después de conocerse la muerte por sepsis del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, algunos mensajes en Twitter fueron demoledores. Para ser justo, la mayoría de comentarios eran sentidos recuerdos y condolencias a la familia. Sin embargo, otros eran burdos y descarnados insultos al fiscal. No me refiero sólo a personas con perfil público (el miembro de Podemos Cristian Fernández, mostró su alegría brindando con cava), también ciudadanos anónimos. “Ha muerto el cabrón”, se puede leer en un mensaje colgado aún en la red social.

La falta de respeto desde las redes hacia un fallecido no es nueva. Tras la muerte de Rita Barberá, vivimos un espectáculo de tuits despectivos. La mayoría acusaban de corrupta a la que fue alcaldesa de Valencia, pese a que nunca fue condenada; el caso estaba en instrucción judicial. Algo parecido ocurrió con la muerte del torero Iván Fandiño: “Ha muerto un asesino y yo que me alegro”, fue el improperio de un animalista.

La lista de delitos que pueden cometerse a través de redes sociales es amplia. No sólo el delito de odio, ahora de moda en los medios, también la injuria, la calumnia, las amenazas, la revelación de secretos, los delitos relacionados con los derechos fundamentales y las libertades públicas, sin olvidar el enaltecimiento del terrorismo y los delitos contra la Corona y las instituciones del Estado.

Cabe justificar a Twitter alegando que sólo es el soporte por el que transitan estos delitos y que la culpa, en todo caso, es de quien los comete. No debería ser así. La red social es, como mínimo, corresponsable por permitirlo. Ocurre en el caso de la prensa. El director del medio es responsable de todo lo que se publica, desde la primera capitular en portada hasta el último punto en la contra; desde un breve hasta un reportaje, pasando por la publicidad –que puede ser engañosa— e incluso los resultados de la lotería.

Una directiva de la UE considera que Twitter es un simple intermediario y sólo le hace responsable de los contenidos cuando tenga un conocimiento efectivo de que la actividad o información que se difunde es ilícita y lesiona bienes y derechos de terceros. Entonces la obliga a borrar las frases.

No es suficiente. Twitter no debería permitir alojar motu proprio contenidos xenófobos, sexistas, injurias y calumnias, entre otros. Tampoco podemos pretender que sean los familiares de Maza o los compañeros de la judicatura quienes denuncien los hechos. Pero en todo caso, Twitter no puede ser una pared en blanco que cualquiera puede ensuciar.

Una primera medida podría ser obligar a los internautas a identificarse con nombres y apellidos. Nada de permitir identificaciones (nicknames) como “Català emprenyat” o que Maza pueda ser insultado por “Son Goku”, el personaje de Dragon Ball.

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