Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día

La ley, los toros y los espontáneos

Cualquiera puede aprender, aquí en Cataluña, en qué consisten realmente los avances democráticos con sólo darse un paseo lector por las actividades, declaraciones y saltos al vacío

Oti Rodríguez Marchante
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Cualquiera puede aprender, aquí en Cataluña, en qué consisten realmente los avances democráticos con sólo darse un paseo lector por las actividades, declaraciones y saltos al vacío desde medio metro de altura de todo el mundo separatista. Hasta tal punto se ha avanzado en el concepto de Democracia que ya no es necesario esperar a que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la posible ilegalidad de prohibir las corridas de toros en esta Comunidad Autónoma, porque el buen demócrata catalán, por ejemplo Joan Tardà, ya ha emitido su fallo: «los toros no volverán a Cataluña a no ser que vengan con la Legión».

Dejando aparte la habitual creatividad de Tardá para dictar él la sentencia y, a la vez, ofrecer el pliego para el único recurso, lo que se ve en su frase es auténtico respeto democrático a la Justicia.

Más o menos en la misma línea de respeto democrático está el ex presidente Artur Mas, que se siente orgulloso de que lo procesen por violar la ley y por desobediencia , lo cual anima a Catalunya Ràdio a consultar a sus oyentes si estarán dispuestos a impedir físicamente que Artur Mas sea juzgado… Las opiniones de la presentadora de Catalunya Ràdio, que tan alegremente proponía la posibilidad de enfrentarse físicamente a la Ley, son de catálogo de primero de Democracia, y aludía a un «espacio de madurez de las personas, individualmente, como colectivo y como país». ¿Qué significa esta palabrería?, ¿animar a que ni los jueces ni los imputados puedan llegar al juzgado?... , pues un enorme avance democrático que tendrán que copiar en otras partes de España, donde sí llegan los imputados a su cita con la Justicia, y a cientos. Sobre Artur Mas pesa la posibilidad de que la Ley lo inhabilite por algunos años, pero esa es una pena insignificante comparada con la que él mismo se ha impuesto, yo me condeno a la insignificancia absoluta, y no sólo a mí, sino también a mi partido y a la mayoría de mis votantes. Ni la Ley podría habilitar a quien se ha acusado a sí mismo de inutilidad total, ni la Ley, probablemente, podrá devolverle a Barcelona las corridas de toros, que se estaban inhabilitando a sí mismas desde hace ya varios años, y que sólo la obsesión del cerril separatismo , al prohibirlas, les ha dado un poquito de esperanza. Ojalá viéramos a Tardà vestido de luces.

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