Oti Rodríguez Marchante - BARCELONA, AL DÍA

Todos cambian para que nada cambie

Tan digno de alabanza es mantenerse firme en los principios, como saludable es cambiar si la situación o la circunstancia lo aconsejan

Oti Rodríguez Marchante
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Tan digno de alabanza es mantenerse firme en los principios, como saludable es cambiar si la situación o la circunstancia lo aconsejan. Y mucho más que saludable es aún el moderar los deseos de cambiar el mundo y concentrarse, aunque sea levemente, en cambiarse a uno mismo…, a mejor, se entiende. A propósito de tal cosa, hemos vivido intensas horas de cambio, al menos de discurso, y no me refiero sólo al más importante de ellos, sin duda el muy apreciado en el mundo entero de las primeras palabras de Donald Trump tras ganar la elecciones presidenciales de los Estados Unidos, sino incluso a los que no tenían apenas trascendencia…, como si Trump ya señalara el camino. De entre ellos, nos pilla muy cerca el cambio de “discurso” del presidente de la Generalitat, el señor Puigdemont, que con buena cintura pasó del negro al blanco, de la desconfianza a la felicitación a Trump, y al deseo de que “bla, bla, bla”…, y no es la peor postura que ha tomado Puigdemont al cambiar de jugada.

Su pareja de mus, la consejera de Presidencia Neus Munté, no se enteró de la seña, y echó un órdago sin cartas, pues deja por dicho que Donald Trump es un “machista, un racista y un homófobo”, que, como cualquiera puede ver, es un profundo pensamiento, un hallazgo “muntesino”, que no podía dejarse sin subrayar esta gran conocedora de la palabra “democracia” y de sus grados de calidad, que solo localiza en el “proceso catalán”, pues la española es de segunda, la estadounidense no la acaba de ver, ni tampoco la de todos aquellos países que tengan una Ley y los deseos de no contravenirla alegremente (la lectura de la Tercera que ayer firmaba Miquel Porta Perales en este periódico deslumbra por su lucidez sobre “la calidad democrática” del proceso catalán). Y otro caso emocionante de cambio es el que ayer confesaba Gabriel Rufián, el martillo de ERC, el Will Muny del Parlamento, cuando le confesaba a los micrófonos de la COPE los español que se siente y lo mucho que le agrada España…, hasta celebró, dijo, el gol de Iniesta. Sólo le faltó ponerse a cantar en directo el “soy español, español, español”. En fin, que cambiar es algo saludable, aunque si se cambia cada diez minutos, como Iceta y el PSC, eso se llama dar bandazos, y eso ya no parece tan saludable, especialmente si se conduce.

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