El sueño de una noche de verano, en versión monegasca

Les Ballets de Monte-Carlo desembarca en el Gran Teatre del Liceu con «Le songe

El montaje podrá verse en el teatro barcelonés entre el 16 y el 19 de mayo ABC

MARÍA GÜELL

Les Ballets de Monte-Carlo recalan en el Gran Teatre del Liceu de La Rambla con un título irresistible, «Le songe», inspirada en «El sueño de una noche de verano» de Shakespeare. Su director Jean-Cristophe Maillot reconoce que es su pieza preferida y recuerda que la creó en 2005 cuando llevaba veintidós años al frente de la compañía monegasca. «Le songe» está dividida en tres partes: el mundo de los atenienses, el universo de las hadas y la teatralidad de los artesanos. «Tenemos un abanico de bailarines muy diversos procedentes de veintidós países diferentes –subraya Maillot–. Los bailarines más jóvenes, los que tienen el privilegio de la fuerza física, interpretan a los atenienses y utilizan un vocabulario más formal; el mundo de las hadas lo bailan los que tiene una media de treinta y cinco años, con la madurez necesaria para abordar la abstracción y los de más edad dan vida a los artesanos que representan a los artistas».

Tres tipos de coreografías, tres tipos de bailarines y tres tipos de música. De las muchas lecturas que se pueden hacer de esta pieza, Maillot ha elegido la amorosa y cada uno de los universos representan una manera diferente de amar. «Me interesa mucho la teatralidad de la danza», insiste el coreógrafo francés que fue un discípulo aventajado de los Ballet Rusos de Diaghilev. «Le songe» es muy visual. El montaje que llega al Liceo del 16 al 19 de mayo cuenta con una escenografía sencilla y muy bella de Ernest Pignon-Ernest y un vestuario muy elaborado de Philippe Guillotel. A los más melómanos les informamos que las músicas elegidas corresponden a Mendelssohn, Daniel Teruggi y Bertrand Maillot.

Maillot cumple veinticinco años al frente de los Ballets de Monte-Carlo. Le pedimos que resuma en extensión de un twit su aventura monegasca: «He tenido la suerte de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado». A lo que añade: «Me siento afortunado de poder dirigir una compañía de ballet en un país con dinero, sin paro, sin problemas sociales y sin ejército». Además de estos privilegios, Maillot destaca el apoyo incondicional de la princesa Carolina que «cree sinceramente en la cultura y apoya a los creadores».

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