Sonia Sierra - Tribuna abierta

El catalán y la tostadora

«Por mucho que digan Plataforma per la Llengua y TV3, el catalán no está en peligro sino todo lo contrario: nunca jamás había gozado de tan buena salud»

La escula «Llibertat» de Badalona, donde se aplicó por primera vez la inmersión lingüística INÉS BAUCELLS

Sonia Sierra

En 2007, es decir, durante la época del tripartito, yo trabajaba en un instituto de Rubí, una ciudad donde, como en la mayoría del área metropolitana de Barcelona , el español es la lengua materna mayoritaria. Pues bien, en ese instituto viví un momento cumbre de la obsesión de los nacionalistas por el catalán en la esfera pública. Se trataba de un instituto de reciente construcción y la puerta de entrada, para garantizar la correcta accesibilidad de los invidentes, emitía las siguientes alocuciones: «puerta abierta» y «puerta cerrada». Pues bien, aquello se convirtió en un gran problema. La inspección educativa decidió que, de ninguna de las maneras, la puerta podía hablar en español , que tenía que hacerlo en catalán por lo que la dirección del centro decidió cambiar el audio. Pero resulta que los fabricantes de la puerta producían audios en español, francés e inglés pero no en catalán y cumplir con aquel encargo específico se ponía por un pico. Ni que decir tiene que los centros públicos andan siempre escasos de recursos pero, aunque los alumnos se murieran de frío durante el invierno, la puerta acabó diciendo «porta oberta» y «porta tancada».

Les puedo asegurar que la puerta no te daba más conversación que la relatada y les puedo asegurar también que la inmensa mayoría de los catalanes que vivimos con total naturalidad nuestro bilingüismo seríamos incapaces de recordar en qué idioma se nos ha dicho si estaba abierta o cerrada segundos después de haber pasado el tranco de la puerta. Pero para las autoridades catalanas -PSC, ERC e ICV - se trataba de una prioridad absoluta y no quedó más remedio que gastarse un dineral para cambiar el audio.

Estos días ha vuelto a mi memoria esta delirante anécdota porque hemos podido comprobar en prime time que la obsesión de los nacionalistas por la lengua de las máquinas, lejos de disolverse ha arreciado. Así, en el documental emitido por TV3 Llenguaferits, un señor al que todos los ciudadanos le pagamos el sueldo de su puesto en el Institut Ramon Llull explicaba indignado que no puede hablarle en catalán a su tostadora. Sin duda, es lo que más ha trascendido de un documental que es todo él un despropósito pero que resulta muy útil para retratar las líneas del gobierno de la Generalitat con respecto a la cuestión lingüística. El mensaje que quieren transmitir está claro: el catalán está en peligro. O, lo que es lo mismo, todo lo que han hecho hasta ahora -multar a quien no rotula en catalán, imponer el catalán como única lengua vehicular en las escuelas, tener el catalán como requisito para acceder a la función pública…- no es suficiente y tiene que ir a más. Por ejemplo, controlar que la lengua que se habla en el patio sea el catalán.

Este documental no es un hecho aislado: se emite días después de hacerse público un informe de la archisubvencionada Plataforma per la Llengua que lanza el mismo mensaje sobre la situación de peligro del catalán y pone como ejemplo que solo el 14,6 % de las conversaciones de los patios de los institutos son en esta lengua. Como resulta muy preocupante que alguien pueda espiar la intimidad de los menores mientras se divierten en el recreo, le pregunté al consejero de Educación sobre los permisos de esa ONG del catalán -como se autodenominan- y el método utilizado para sacar esas conclusiones. Bargalló alegó desconocer la existencia de dicho informe, pese a que todos los medios catalanes se hicieron eco de él, y negó rotundamente que alguien pudiera indagar las lenguas que hablan los alumnos a la hora del patio. Sin embargo, TV3 ha grabado a menores en el patio para ver qué lenguas hablan. No se trata de un hecho aislado sino de una obsesión que se puede ver plasmada en muchos proyectos lingüísticos de centros que muestran su preocupación por el hecho de que en el patio se hable en español y proponen medidas para que el catalán sea la lengua que impere durante el recreo. De hecho, en el colegio de Tarrasa donde presuntamente una menor fue agredida por su profesora por haber pintado una bandera española, se dejaba sin premio a toda una clase si alguien hablaba español durante el patio y esa falta se consideraba equivalente a insultar o agredir a un compañero.

Por mucho que digan Plataforma per la Llengua y TV3 , el catalán no está en peligro sino todo lo contrario: nunca jamás había gozado de tan buena salud. De hecho, el verdadero peligro para el catalán es convertir esa maravillosa lengua en una lengua de imposición defendida por los que quieren hablarle en catalán a su tostadora. Porque las lenguas tienen dos grandes enemigos: los que las quieren prohibir y los que las quieren imponer. El documental Llenguaferits, lejos de ayudar a promover el catalán ha conseguido que a ojos del gran público sea una lengua defendida solo por personas que dicen barbaridades como que Netflix es más peligroso para el catalán que el franquismo. Comparar una plataforma que la gente utiliza de forma voluntaria con una terrible y larguísima dictadura hace un flaco favor a la defensa de cualquier lengua.

Sin duda, hacen mucho más por el catalán artistas reconocidos y queridos como Miguel Poveda o Rosalía regalándonos canciones en catalán. Rosalía, en menos de 24 horas ya tenía más de dos millones de visualizaciones en Youtube de su tema en catalán. Así es como de verdad se favorece la difusión de una lengua y no espiando a los niños a la hora del patio o gastando un dinero absurdo para que una puerta hable en catalán.

Sonia Sierra es diputada de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña

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