Miquel Porta Perales - El oasis catalán

La soga

Que el nacionalismo catalán pone la soga en el cuello propio se demuestra cuando fulmina la Constitución y el Estatuto

El nacionalismo catalán es un auténtico prodigio en el arte de poner la soga en el cuello ajeno y en el propio. Del cuello ajeno, los ciudadanos que tienen la funesta manía de pensar y actuar en el marco constitucional atesoran alguna experiencia al respecto. Ahí tienen ustedes, sin entrar en detalles, la fractura social generada por el «proceso» así como la espiral del silencio -ahora, en vías de superación- de quienes prefieren callar -no sea que alguien nos considere un desafecto de la causa- antes de manifestar en público -incluso, en privado- sus ideas. Un particular «bullying» -bromas, chanzas o menosprecio, generalmente aderezadas con comentarios que ponen en entredicho la vocación democrática, o la catalanidad del interpelado, o la solidaridad con los nuestros- que aísla o margina y mina la autoestima y la convivencia.

Que el nacionalismo catalán pone la soga en el cuello propio se demuestra cuando fulmina la Constitución y el Estatuto, cuando convoca y celebra un referéndum ilegal, cuando se burla de las interlocutorias de los Altos Tribunales, cuando elabora documentos que perjudican el futuro penal de encarcelados y fugitivos, cuando pretende impulsar un «proceso constituyente» y una «Constitución catalana», cuando se propone «hacer República» y «exige que despliegue la República», cuando formula un «plan de gobierno de obediencia republicana», cuando habla del «espacio libre del exilio» de Bruselas. Con todo ello, el nacionalismo catalán hipoteca su futuro ante la Justicia. ¿Por qué lo hace? Supremacismo, fanatismo y obnubilación. Esa visión de los objetos como a través de una nube. Esa disminución del nivel de consciencia que se caracteriza por el narcisismo, la confusión, la torpeza, la falsa percepción de la realidad y el olvido sistemático del otro. El nacionalismo es el responsable de sus actos. Pero, lo que no puede ser es que el nacionalismo catalán socialice un suicidio que solo a él le corresponde sufrir. Señoras y señores nacionalistas, ¡déjennos vivir en paz!

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