Joan Carles Valero - Letras expectativas

Simposio

Simposios es lo que hace la bodega Jean Leon, uno de los escasos templos del vino en nuestro país

Joan Carles Valero
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Simposio es una conferencia o reunión donde se examina y discute determinado asunto. Pero también significa banquete por su raíz griega. Beber vino entre amigos, mientras se diserta y come rodeados de todo tipo de expresiones artísticas, forma parte de la cultura mediterránea. Simposios es lo que hace la bodega Jean Leon, uno de los escasos templos del vino en nuestro país. En el centro de visitas de este pequeño “celler” del Penedès, un edificio de estilo californiano de los años 60 que respira la elegancia de la época dorada de Hollywood, se puede visitar hasta el 12 de julio la exposición «El Minotauro en el Laberinto», de Josep Guinovart.

La relación de los vinos Jean Leon con el arte arranca en los orígenes de la propia bodega, que recibe el nombre que se puso el santanderino Ceferino Carrión al llegar a Estados Unidos, donde se hizo amigo de las estrellas hollywoodienses que visitaban sus restaurantes, a quienes ofrecía su propio vino del Penedès.

Fue la primera bodega española en plantar chardonnay, la precursora en realizar una fermentación de vino blanco en bota y la pionera en elaborar un vino con cabernet sauvignon. De la mano de Mireia Torres, el «celler» del hombre del mito que se convirtió en leyenda, ha extendido la relación del vino con el arte mediante simposios de pura raíz helénica. El 14 de julio celebrará una nueva edición de ViArt y el 11 y 12 de agosto una fiesta astronómica con ocasión de las Perseidas.

En el edificio Jean Leon, perfectamente integrado en la naturaleza gracias a sus formas onduladas y la apertura de sus ventanales que permiten ver siempre los viñedos; el visitante descubre las cabezas de toro de Guinovart bajo la inquietante apariencia de máscaras de soldador que interrogan sobre quién está detrás del monstruo. Igual que los cuentos, los mitos son narraciones con elementos simbólicos y extraordinarios: palabras que, como el hilo de Ariadna, tejidas se convierte en relato. En el caso del minotauro, Guinovart interpela al espectador como lo hizo Jorge Luis Borges y Julio Cortázar en sus cuentos, donde los personajes mitológicos invertían sus papeles: el monstruo resulta el nuevo héroe. Hasta el punto que Teseo, tras matar al minotauro, reconoce que «apenas se defendió». Guinovart coloca un espejo en una de sus últimas obras sobre el minotauro para recordarnos que es en nosotros mismos donde habita la bestia.

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