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Puigdemont no se atreve y declara una independencia en diferidoMartes, 10 de octubre de 2017 a las 23:13:56

Puigdemont no se atreve y declara una independencia en diferido
LA NOTICIA

El «president» inicia la ruptura pero la deja en suspenso con la excusa de dialogar

Puigdemont declaró la independencia y la suspendió en cuestión de segundos. Menos de medio minuto duró una ruptura con España que el Govern llevaba meses anunciando y que al final ha quedado en una propuesta de diálogo con el Estado español. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, compareció este martes en el Parlament para «asumir el mandato del pueblo de que Cataluña sea un estado independiente en forma de república». Fue lo más aproximado a una declaración de independencia tras horas de negociaciones con sus socios de la CUP que obligaron a retrasar la intervención del «president» durante una hora y que terminaron en tablas, ya que los anticapitalistas asistieron al pleno pero lo hicieron llegando tarde y negándose a aplaudir el discurso. La parte que no convenció a los socios de Puigdemont fue la suspensión de la aplicación de la ley del Referéndum para abrir una nueva negociación en las próximas semanas, un tiempo indeterminado que puede variar en función a los acontecimientos políticos. Ante un diálogo que el Gobierno señala que es imposible con quienes se han puesto al margen de la ley, Puigdemont no aclaró la pregunta fundamental: qué hará a continuación, cuando este periodo de semanas que ha abierto demuestre que la situación sigue bloqueada. Ante eso, argumentó que ha recibido «desde todos los rincones del planeta» llamamientos de diálogo y de mediación.

REPERCUSIÓN

El Govern ha firmado la independencia tras la declaración de Puigdemont en el Parlament. El documento asegura que se declara «la república catalana, como un Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social». La CUP ha formado parte de esa firma, aunque después ha asegurado que se trata de una declaración «sin validez», por lo que han tomado la decisión de abandonar el Parlament hasta que no se den «pasos hacia la república». Con lo cual, ahora mismo JpS no tendría mayoría en el Parlament. Justo después de la firma, la vicepresidenta de Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, ha anunciado que Rajoy ha convocado para este miércoles un consejo de ministros extraordinario en el que no se descarta que se aplique el artículo 155 tras buscar Rajoy este martes el consenso con Pedro Sánchez. La respuesta oficial de Moncloa asegura que el Gobierno «no va a permitir el chantaje».

LA OPINIÓN DE ABC

Berlanga en el Parlament

Hasta una hora antes de que hablara Puigdemont, ni los de la CUP (que son los que han venido manejando los hilos de este colosal disparate) ni tan siquiera sus diputados de Junts Pel Sí sabían qué iba a decir en el Parlament el cabecilla de esta asonada con sordina. Llevaban cinco años preparado el gran día, el momento en que se alzaría despampanante y libérrima la República de Cataluña, y tuvieron que improvisar una negociación de última hora sobre los puntos y las comas de la declaración. Hubo que esperar de las seis, a las siete... y lo que haga falta. Esta improvisación, este dar brochazos hasta el minuto antes de la inauguración del Mundial, confirma la plena españolidad de los catalanes, incluidos los golpistas. Comenzaba por tanto el sainete con mal pie, para todos. Para los constitucionalistas porque aunque fuera de aquella manera se declaraba la independencia y para los de la CUP que vieron como la cosa se quedaba tan a medias, para su gusto, que no se molestaron en aplaudir a Puigdemont cerró la carpeta negra que supuestamente contenía el acta fundacional del nacimiento de una nación... o lo que al final sea. La sesión terminó fuera del pleno, en los pasillos, con una especie de documento para que el diputado que así lo quisiera firmara un papel de compromiso con la república catalana. Hay asambleas de instituto algo más serias. Prepara durante cinco años un golpe de Estado, monta dos referendos ilegales, parte en dos a la sociedad y acorrala a la mitad que no te gusta, gasta a manos llenas el dinero que no tienes en propaganda en el exterior, provoca la fuga de capitales de los ahorradores y el éxodo de cientos de empresas, tira por los suelos el prestigio profesional de los Mossos… para terminar en una declaración de independencia diferida. Que si sí, que si no, que si ya veremos. Más de un diputado salió de allí enfadado o sin saber si había escuchado a Puigdemont o a Pepe Isbert desde el balcón de Villar del Río con aquello de «como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación os la voy a pagar, porque como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación os la voy a pagar...». Berlanga eterno.

El esloveno

IGNACIO CAMACHO Por IGNACIO CAMACHO

En su comentario al golpe de Luis Bonaparte, Marx corrigió a Hegel con aquella sentencia tan célebre de que la Historia se repite dos veces: una como tragedia y otra como farsa. La independencia diferida de Eslovenia, en la que trata de inspirarse Puigdemont, tuvo su inevitable parte dramática; costó un centenar de muertos y abrió camino a la catástrofe balcánica. Como modelo resulta, pues, de lo más sugestivo para convertirlo en una bufonada. Acabáramos: después de haber querido parecer escoceses, eslovacos, quebequeses o bálticos, los separatistas catalanes nos traen una falsilla yugoslava. Pero España no es la Serbia poscomunista de los 90; es una plena nación democrática. Y como tal debe ejercer sin remordimientos la autoridad necesaria para poner fin a esta siniestra mojiganga. Los exegetas del marianismo tal vez se den por satisfechos interpretando que el desafío de secesión se resquebraja; y tendrán su parte de razón porque sin duda el pulso les ha temblado a los soberanistas al punto de hacerles perder parte de la cohesión y la autoconfianza. Precisamente por eso es hora de que el Estado, y en su nombre el Gobierno, aproveche la primera oportunidad en que goza, en este conflicto, de una cierta ventaja. Y no para aceptar mediadores ni diálogo sino para tomar la iniciativa y jugar la partida con sus propias cartas. El peor error que podría cometer Rajoy en este momento es darse por satisfecho con este intervalo suspensivo y seguir haciendo lo que mejor sabe, que es nada. Este país dolorido ya tiene una amarga experiencia de treguas-trampa. Desde que empezó este juego delirante, España ha llegado a todas las citas tarde. Sin embargo en esta ocasión dispone de una circunstancia aprovechable. Detrás de su victimismo de serie, de su aire buenista, de la falsa mano tendida y de la venenosa oferta de distensión, el adversario ha pestañeado; ha mermado en consistencia y ya no mira con la misma superioridad arrogante. Más allá de la queja por las cargas policiales, la defensa del referéndum carecía de contundencia porque fue una vergüenza, un pucherazo, y el propio Puigdemont lo sabe. Su baza es ahora la presión negociadora en el ámbito internacional, donde su hegemonía propagandística resulta innegable. Pero el Estado, que tantas veces ha caído en el autoengaño, no puede aflojarse; no mientras la independencia sea considerada un derecho ganado y esgrimida a plazos como amenaza. El constitucionalismo tiene a su favor la ola de energía moral despertada en las últimas semanas entre la población española, y expresada en el discurso del Rey con términos tajantes y palabras clarificadoras. El liderazgo de Rajoy está a prueba; emparedado entre su talante cauteloso y una abrasiva tensión política, le vuelve a tocar una responsabilidad histórica. Hay revoluciones que triunfan y otras que fracasan pero nunca ninguna se ha sofocado sola.