Joan Carles Valero - Letras expectativas

Periodismo de azada

Vuelven los periodistas de kilómetro cero, auténticos payeses de contenidos de proximidad

Las nuevas generaciones están redescubriendo aficiones ancestrales, como tejer, comer alimentos del huerto, que ahora llaman de kilómetro cero, hacer pan en casa, la jardinería, las cervezas artesanas y moverse en bici, entre otras tradiciones nada tecnológicas. En Estados Unidos y Japón, los postmilenials también incluyen entre sus preferencias algunas revistas de papel. Se trata de publicaciones bien hechas, de diseño y contenidos atractivos y que se convierten en objetos de culto, sobre todo porque rezuman exclusividad al no ser accesibles por internet. Toda una paradoja tras el anuncio de que cierran Interviú y Tiempo.

En un mundo globalizado y dominado por los productos transgénicos, vuelve a apreciarse el sabor tradicional de la huerta. Igual ocurre con la información distribuida por las cuatro empresas más poderosas del mundo, conocidas en Europa por el acrónimo GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon). Yo añadiría la T de Twitter porque el ciudadano que solo bebe de esas fuentes de algoritmos está verdaderamente GAFAT. Afortunadamente, igual que apreciamos el intenso sabor de los tomates de nuestra infancia, vuelven los periodistas de kilómetro cero, auténticos payeses de contenidos de proximidad.

En el eterno retorno vintage al que juventud y moda parecen estar condenados, reemerge con fuerza el periodismo de proximidad, también conocido como «de territorio», local o comarcal. Aunque sus productos se distribuyan por las redes GAFAT, al tratarse de periodistas de azada que cavan en la realidad inmediata de su público, adquieren el valor diferencial de lo artesano. Como indica el axioma de la analogía «como es arriba, es abajo», cualquier municipio o comarca es un mundo en pequeño y no un pequeño mundo. La gran diferencia del periodismo local es que permanentemente se desarrolla en contacto con las fuentes, el poder y los destinatarios de la información.

Me considero un payés de la noticia, no solo porque mis inicios periodísticos fueron como corresponsal de L’Hospitalet y el Baix Llobregat en distintos medios catalanes, sino porque siempre he mantenido vinculaciones con la prensa comarcal. Como Oscar Sánchez, que después de forjar el grupo de medios de comunicación en El Prat, es desde hoy el nuevo director de los medios municipales de L’Hospitalet tras superar una competitiva selección y ser ratificado por unanimidad de las fuerzas políticas de la segunda ciudad de Cataluña, que no sé lo que tiene más mérito. Entre sus misiones, resucitar Radio L’Hospitalet y garantizar la pluralidad. A base de azadón.

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