Sergi Doria - Spectator in Barcino

¿Para cuándo la calle de Dalí?

En enero de 2019 se cumplirán treinta años de la muerte del genio. No prolonguemos, por más tiempo, la injusticia

Sergi Doria
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Es Dalí en los andamios de la Sagrada Familia. Dalí sentado en los muelles del Puerto, bastón en ristre, con la estatua de Colón al fondo. Dalí en el Zoo con el «colega» Copito del Nieve. Dalí, primera memoria de la «Vida secreta»: columbra Barcelona entre los árboles pétreos del Park Güell. Dalí cabalgando un rinoceronte disecado del Taxidermista de la plaza Real. Dalí en un videoclip con Maruja Garrido que canta «Es mi hombre» en el Arco del Triunfo. Dalí con el señor Bofarull de Los Caracoles junto a Gala y Christian Dior. Dalí y el señor Mosella, su sastre preferido, en la tienda del entresuelo de La Pedrera. Dalí en el Palau de la Generalitat con el Honorable Tarradellas.

Dalí regala un cartel para salvar al club de fútbol Sant Andreu y entrega a Armand Carabén en La Masia un cartel conmemorativo del 75 aniversario del Barça. Dalí con Amanda Lear en el Liceo. Dalí en la suite 108 del Ritz. Dalí en 1950 y su escenografía del Tenorio con Mario Cabré en el teatro Comedia: un cisne gigante portado por una procesión de penitentes. Dalí, pintor de la cúpula del Palacete de Albéniz en 1969 que titula «La hora de la monarquía». Dalí del «Atleta cósmico», precursor de los Juegos del 92. Dalí intubado en la clínica Quirón «Como soy un genio no tengo derecho a morirme y no me llegaré a morir...»

Y Dalí en 1925, primera conferencia en el III Saló de Tardor de la Sala Parés soltando algunas verdades a los atildados noucentistes: «L’art català actual, en la seva generalitat, es mou dins de tendències històricament anacròniques. Per tant, dins d’un estat d’esperit putrefacte...» Y Dalí, ese mismo año, con García Lorca en el Turo Park. Y Dalí en su primera exposición individual: diecisiete pinturas y cinco dibujos en las Galerías Dalmau del paseo de Gracia. Y Dalí, con Montanyà y Gasch, firmando en 1928 el Manifest Groc, choteándose de los ninos y las niñas que cantan «Rosó, rosó». Y Dalí en el Ateneu Barcelonès, año 1930, liándola parda con sus elogios al marqués de Sade mientras tacha a Guimerà de «gran pederasta» e «immens putrefacte pelut».

Como afirma Ricard Mas en el libro «Dalí i Barcelona», el artista nació en Figueras... «pero la sangre de Dalí es barcelonesa». Su madre, Felipa Domènech, provenía del Call de Barcelona y su tío por parte materna, Anselm Domènech, regentaba la Llibreria Verdaguer, justo delante del Liceo. Su padre, Salvador Dalí Cusí, y su tío, Rafael Dalí, eran de Cadaqués pero se criaron y formaron en Barcelona.

Además de editar el exhaustivo volumen de Mas, el ayuntamiento de Ada Colau tiene la oportunidad de dar una muestra de magnanimidad y no seguir cultivando el «sostenella y no enmendalla» del sectarismo izquierdista que margina a Dalí del nomenclátor... ¿Para cuándo la calle (o la plaza, o la avenida) Dalí? En enero de 2019 se cumplirán treinta años de la muerte del genio. No prolonguemos, por más tiempo, la injusticia.

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