El arzobispo de Barcelona defiende la celebración de la Inmaculada Concepción
El arzobispo de Barcelona defiende la celebración de la Inmaculada Concepción - ABC

Omella admite que el largo puente de La Purísima no «favorece la productividad y el bien común»

El arzobispo de Barcelona explica en su carta dominical por qué la Iglesia ha decidido mantener la celebración como fiesta laboral pese a coincidir con la Constitución

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La celebración, en una misma semana, de la festividad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre, y de la fiesta civil de la Constitución, el día 6, «no facilita la continuidad laboral que se reclama como factor que favorece la productividad y el bien común», según advierte en su carta dominical que publicará mañana el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella. Pese a ello, el arzobispo argumenta en su escrito las causas por las que la Iglesia ha abogado por mantener la celebración religiosa como fiesta laboral.

«La Iglesia tiene el corazón puesto en esta fiesta», afirma Omella. En su escrito titulado «La alegría de Adviento», el prelado recuerda las razones que tiene la Iglesia para querer mantener esta fiesta también como fiesta en el calendario laboral, «cuando ha cedido en otras fiestas que han sido trasladadas al domingo, como la celebración de Corpus Christi».

Razones históricas

«Hay unas razones históricas, como la posición tradicional de nuestro país -en especial de la Corona de Aragón-, siempre defensor del dogma de la Inmaculada Concepción en el curso de la larga controversia que enfrentó a dominicos y franciscanos», argumenta Omella.

Según el arzobispo, «nuestro Ramon Llull fue uno de los grandes defensores de este dogma. La controversia terminó con la declaración de la concepción inmaculada de santa María, proclamada como verdad de fe por el papa Pío IX en el año 1854».

En su carta dominical, Omella subraya: «el acontecimiento que celebramos en esta fiesta es que María fue concebida libre del peso del pecado que marca desde el inicio la vida de todos los hombres y mujeres. Por eso, en catalán a María se la denomina simplemente como la Purísima y su fiesta tiene lugar en Adviento».

Tiempo mariano por excelencia

«Es una feliz coincidencia porque, como decía el papa Pablo VI en su exhortación sobre el el culto mariano, el tiempo de Adviento es el tiempo mariano por excelencia. Y también lo reafirma el reciente Directorio sobre la piedad popular y la liturgia», añade el arzobispo.

Para cerrar su carta, Omella evoca a la poesía que Joan Maragall dedicó a la noche de la Purísima. «El Adviento es un tiempo que invita a la contemplación de las promesas de Dios que alimentan la esperanza y el gran poeta catalán nos invita a esta contemplación», concluye el arzobispo.

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