Antonio Robles - Tribuna Abierta

La navajada alemana

Ni el gobierno alemán ni el gobierno del PP y ahora del PSOE han hecho presión alguna para guardar la lealtad debida de unos y la exigencia de ella de otros

La decisión de Alemania de no extraditar a Carlos Puigdemont a España para ser juzgado por rebelión ha sido percibida como una navajada por la mayoría de los españoles.

Aunque parezca una paradoja, en este caso es casi mejor no saber de leyes, pues parece un sinsentido que un socio de la Unión Europea. que prohíbe expresamente la posibilidad de secesión de cualquiera de sus länder, sin embargo, se niegue a entregar a España a un responsable político de Cataluña que ha declarado la independencia unilateral de España el 6 y 7 de septiembre y ha llevado a cabo un referéndum ilegal el 1 de octubre saltándose todas las reglas de la democracia.

Así lo expresa su Constitución en el Art. 21.2: “Los partidos que por sus fines o por el comportamiento de sus adherentes tiendan a desvirtuar o eliminar el régimen fundamental de libertad y democracia, o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania, son inconstitucionales. Sobre la constitucionalidad decidirá la Corte Constitucional Federal”.

Para más INRI, solo unos meses antes, el 1 de enero de 2017, el propio Tribunal Constitucional de Alemania se oponía a un referéndum de independencia de Baviera de esta manera diáfana: "En la República Federal de Alemania, que es un Estado-nación basado en el poder constituyente del pueblo alemán, los estados no son dueños de la constitución. Por lo tanto, no hay espacio bajo la Constitución para que los estados individuales intenten separarse. Esto viola el orden constitucional".

A pesar de las bien fundamentadas alegaciones del juez del TS, Pablo Llarena, y a pesar de la arbitrariedad de los tres jueces regionales alemanes metiéndose en el fondo de la cuestión que la euroorden no contempla, ni el gobierno alemán ni el gobierno del PP y ahora del PSOE han hecho presión alguna para guardar la lealtad debida de unos y la exigencia de ella de otros.

Cuando en la barra de un bar, la gente corriente recuerda que Alemania provocó la ruptura de Yugoslavia por motivos geoestratégicos al reconocer a Croacia, y especula con el interés de una Alemania más fuerte en Europa a costa de una España dividida, no tienes razones para dar credibilidad al chascarrillo, pero sigues sin entender esta navajada envenenada en un momento crítico para la unidad de España y la cohesión europea.

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