Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Narcisismo

El secesionismo catalán está convencido de impulsar y protagonizar una revolución o revuelta democrática y se cree el apóstol del diálogo

Miquel Porta Perales
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Hay anécdotas que devienen categoría. En la inauguración del pasado Automobile Barcelona, Carles Puigdemont, ni corto ni perezoso, fue el primero en tomar asiento en el simulador de un nuevo modelo de SEAT. ¿Qué asiento ocupó? El del conductor. ¿Que el protocolo indica que el primero en acomodarse es el presidente del Gobierno de España? Si el nacionalismo catalán no observa la legalidad democrática, ¿por qué ha de observar el protocolo del salón del automóvil? ¡Qué se enteren de quien soy! ¿O es que no saben ustedes con quién están hablando? Castizo, Carles Puigdemont.

No se trata de una anécdota, sino de una categoría. Sacando a colación al doctor Freud de la Introducción al narcisismo, puede afirmarse que el nacionalismo catalán padece una suerte de narcisismo primario semejante al del niño que carga toda la libido sobre su excelsa persona.

En este sentido, el nacionalismo catalán, como el niño, es un narcisista que se toma como modelo y objeto de amor de los demás al estar convencido de la bondad y omnisciencia de sus pensamientos y acciones. ¿Exagero? Si ustedes repasan las palabras e ideas de los nacionalistas -el ultimátum de Carles Puigdemont en Madrid o las palabras de la vicepresidenta Neus Munté en Barcelona-, y complementan el fresco con declaraciones anteriores, percibirán el narcisismo primario al que me refería. El secesionismo catalán está convencido de impulsar y protagonizar una revolución o revuelta democrática y se cree el apóstol del diálogo. Tan convencido está de sus bondades y virtudes que pretende persuadir a quienes no comulgan con el referéndum de autodeterminación. Espejito, espejito, ¿quién es el más guapo del conflicto? Por eso –por guapo-, el secesionismo catalán no solo coge el volante de un coche, sino que aspira a dirigir –dice- el proceso de liberación de Cataluña. Y ello sin observar el Código de Circulación. De seguir así, habrá multas y retirada de carnets. Eso persiguen. Para armarla y salir -¡catalanes, a las barricadas!- a la calle.

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