Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Nada

Antes, el independentismo practicaba el género de parole, parole, parole. Pero, ahora, ni siquiera eso

Llevamos ya algunas semanas elucubrando con la reunión entre Pedro Sánchez y Joaquim Torra. Que si habrá o no reunión, que si se reunirán dos, o tres, o los gobiernos. Que si se hablará o no de la autodeterminación. Una pérdida de tiempo. Reunirse con el presidente de la Generalitat, ¿para qué? Nadie puede esperar nada de dicha reunión. Y ello, porque el independentismo catalán no entiende que el diálogo se tiene en el marco y los límites de la legalidad y no hay condiciones sine qua non a excepción de lo establecido por el Estado de derecho.

El independentismo catalán se vale del diálogo para obtener una foto bilateral Estado versus Generalitat, para lucir una generosidad y una apertura de miras que no tiene, para hacer propuestas inasumibles que al ser rechazadas utiliza para victimizarse y desacreditar al interlocutor, para disimular la parálisis de un Govern que ni gobierna ni rinde cuentas en el parlamento, para ganar tiempo y mostrar firmeza ante los suyos con la vista puesta en las elecciones que están por venir. Cosa que no impide que los segundos niveles del Gobierno y el Govern negocien asuntos como, por ejemplo, la financiación de Cataluña, las competencias o la retirada de determinados recursos de inconstitucionalidad presentados por el anterior ejecutivo del Partido Popular.

Más allá de todo ello, está un gobierno independentista -dividido y fracturado- con serias dificultades para aprobar los Presupuestos y cualquier ley que pueda -vale decir que no es el caso- presentar. ¿Alguien sabe cuál es el programa de acción de dicho gobierno? ¿Alguien sabe cuáles son los planes de futuro para Cataluña que tiene in mente Joaquim Torra y los suyos? Antes, el independentismo practicaba el género de parole, parole, parole. Pero, ahora, ni siquiera eso. En el Palau de la Generalitat no hay nada ni nadie. Aunque -eso sí-, se hagan notar, como no podía ser de de otra manera, dando la nota una y otra vez. Ese afán de destacar para hacer el ridículo sin solución de continuidad.

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