Ciclo

Una idea generalizada asegura que la publicación de la sentencia del Tribunal Supremo cierra el ciclo independentista iniciado el 11 de septiembre de 2012. Cosa que invita a suponer que entraríamos en otra fase bajo el signo del diálogo y la moderación que se movería en el marco de la legalidad. ¿Qué puede ocurrir? Lo que percibimos es que el ciclo que teóricamente se cierra sigue abierto. Govern de la Generalitat persisten en el empeño cuando afirma que la sentencia es propia de una dictadura, que no se ha impartido justicia sino venganza, que hay que seguir el camino hacia la república catalana. Por su parte, ERC –teórico sujeto agente del nuevo ciclo de diálogo y moderación- habla de la mayor agresión sufrida por Cataluña desde el fusilamiento de Lluís Companys, de vulneración de la democracia y los derechos fundamentales, de venganza. Finalmente, la fiel infantería callejera continúa instalada en el gregarismo que le distingue desde el inicio del “proceso”.

Se dirá que el Govern –después de la publicación de la sentencia- no puede decir otra cosa. Pero, la estrategia de la confrontación que patrocina JpCat –escalofriante, el discurso de Torra en el Parlament- resulta indispensable para marcar espacio y perfil radical frente a una ERC que se erigiría en la alternativa nacionalista e independentista “viable” después de la sentencia. Es posible que ello sea así. Pero, ¿hay que fiarse de una ERC que es el partido que sube al monte y baja del monte según sea la temperatura y humedad del ambiente político? ¿Se puede confiar en un partido que se ha especializado en poner la marcha atrás por miedo a que le tilden de traidor o pactista o por mero cálculo electoralista? ¿Una ERC dialogante en el marco de la legalidad constitucional? Veremos. Pero, ¿a cambio de qué y durante cuánto tiempo? ¿Y quién y cómo le dice a la masa –por muy gregaria que sea- que hay que cambiar de rumbo y práctica? Malos tiempos para un nuevo ciclo. Aunque, el independentismo se ahogue en sus propias miserias.