Juan Milián - TRIBUNA ABIERTA

El mejor maridaje

En estos días de atolondramiento electoral es interesante reflexionar sobre la necesidad del liberalismo conservador

En estos días de atolondramiento electoral y proliferación masiva de etiquetas políticas, podría ser interesante, y más en este periódico, reflexionar sobre la necesidad del liberalismo conservador, cuyo sustantivo, el liberalismo, es la corriente de pensamiento que ofrece el objetivo más noble para los seres humanos: la libertad. Poder perseguir la felicidad y desarrollar todas nuestras potencialidades sin más traba que la libertad de los otros. Por otra parte, el adjetivo conservador vendría a ser el modo más oportuno de entender el mundo si queremos proteger esa libertad, ya que entiende que la experiencia es más sólida que la ocurrencia, que lo razonable es más humano que lo racional y que, por tanto, la reforma acaba siendo para el progreso más útil que la revolución. No estamos, pues, ante una ideología cerrada, sino ante la sabia intuición de que la sociedad es tan compleja que no cabe en una simple teoría.

Esa complejidad hoy nos perturba. Aunque a uno le parezca que el deseo de vivir tranquilos es un consenso latente, extrañas fuerzas nos están arrastrando en sentido contrario. La ansiedad, provocada por el estancamiento de la clase media y la creciente diversidad social es explotada por un populismo que encuentra en las nuevas tecnologías de la comunicación su negocio electoral, la crispación. Así, la historia vuelve a rimar con versos convulsos, extendiendo el odio en sociedades que se fragmentan y en vecinos que pasan a ser enemigos. Y lo que es el síntoma del malestar acaba siendo la causa de la imposibilidad de pactos y, por tanto, de reformas. Es decir, estamos en un bucle del que debemos escapar para no seguir poniendo en riesgo la convivencia y la libertad.

No será fácil encontrar una salida que nos conduzca a tiempos más tranquilos, porque ni el respeto es una actitud que triunfe especialmente en las redes sociales, ni la prudencia parece muy atractiva frente a la infinita oferta de soluciones mágicas e instantáneas. Y es que el discurso liberal conservador suele ser engullido por el magma de la retórica hiperbólica en contextos de emociones exaltadas, pero es más necesario que nunca. El liberalismo conservador es el maridaje que nuestra sociedad requiere. Es el maridaje que siempre vuelve cuando ya se ha destruido demasiado.

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