Joan Corbera - Tribuna abierta

Los decibelios del ocio

La mejor solución contra el ruido nocturno es tener a un concejal de vecino

Joan Corbera
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Esta crónica tiene como escenario la Plaça del Sol, en el corazón de Gràcia, pero es extrapolable a muchos otros lugares públicos de la ciudad de Barcelona cuando cae la noche. Es una plaza saturada de actividad: 12 bares, 4 tiendas de comida para llevar, 2 establecimientos que venden alcohol hasta las once de la noche, además de los lateros que pululan hasta altas horas de la madrugada.

Toda esta infraestructura da servicio a los miles de ciudadanos que transitan por la plaza de noche. Es el momento de más actividad febril, y es precisamente entonces cuando se genera un problema por ahora irresoluble para los vecinos: el exceso de ruido que no les deja dormir.

Las infracciones, en el mejor de los casos, acaban en denuncias ante la Guardia Urbana.

Pero el problema persiste. La ecuación noche-jóvenes-ocio es infinita, hasta ahora. Medio centenar de vecinos de la Plaça del Sol han instalado 25 sensores de ruido en sus balcones y en el interior de sus viviendas, incluyendo aquellas con cristales dobles. Forman parte del proyecto europeo Making Sense, una plataforma que está trabajando también en Amsterdam y Pristina (Kosovo) en iniciativas para combatir la radiación tóxica y la calidad del aire.

En Gràcia, el equipo mapea los ruidos de uno de los barrios más molestos de Barcelona por este motivo. La contaminación acústica en el punto de mira. Los trabajos estarán listos a finales de junio, pero ya se ha constatado una evidencia: que el ruido está muy por encima de lo normal y que la situación es insalubre.

Se llega por ejemplo a los 76 decibelios a les tres de la mañana en el interior de las viviendas, y se alcanzan los 90-100 decibelios en los balcones, cuando los niveles normales deberían situarse entre los 35-40 decibelios de noche y los 45-50 de día. La conclusión es que un vecino de la plaza no puede dormir bien más de cuatro horas al día. Las consecuencias son evidentes para la salud de los vecinos y hacen que muchos se vayan del barrio durante el fin de semana; los que se lo pueden permitir.

El informe considera que la política del distrito es permisiva y que la legislación, a la hora de sancionar, es engañosa porque se basa en un promedio cuando lo que molesta a la persona son los picos de ruido.

La lucha del silencio contra el ruido nocturno es una constante en Barcelona, al igual que en muchos otros lugares de Cataluña, pero nunca hasta ahora se disponía de datos tan precisos sobre la magnitud del problema.

¿Tomará nota la administración? Espero que sí. Mientrastanto, a los vecinos les deseo que no se cumpla lo que, en broma, decía Mary Santpere: que el mejor remedio contra el ruido nocturno es tener de vecino a un concejal.

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