Acto de apoyo a los investigados por el 9-N en Barcelona
Acto de apoyo a los investigados por el 9-N en Barcelona - INÉS BAUCELLS

La consulta del 9-N, un simulacro plagado de irregularidades

Mas decidió llevar adelante la «consulta participativa» sobre la independencia pese a la suspensión del Tribunal Constitucional

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El magistrado que investiga la causa del 9N ha finalizado la investigación del caso y ha concluido que debe seguirse la acusación contra el expresidente de la Generalitat Artur Mas, la exvicepresidenta del Govern Joana Ortega y la exconsellera de Enseñanza Irene Rigau por presunta desobediencia y prevaricación administrativa. En diez días, las partes deben solicitar la apertura del juicio y presentar los escritos de calificación o pedir el sobreseimiento de la caus.

Mas decidió llevar adelante la «consulta participativa» sobre la independencia pese a la suspensión del Tribunal Constitucional, que la declaró inconstitucional «por no corresponder a la comunidad autónoma la convocatoria de consultas que versan sobre cuestiones que afectan al orden constituido y al fundamento del orden constitucional».

Según el TC, no existía «un acto formal de convocatoria», sino una serie de actuaciones «materiales» vinculadas con el 9-N. El proceso de la convocatoria de la «consulta participativa» estuvo plagado de irregularidades:

Dos semanas para votar

Aunque los resultados del simulacro de consulta se conoció el mismo día, se pudo votar hasta el 25-N. Es decir, desde el comienzo de las votaciones hasta su fin pasaron dos semanas. Las urnas se mantuvieron abiertas en ocho centros repartidos en las cuatro provincias catalanas para todos aquellos que no votaron el domingo.

Sin órganos de vigilancia

En el proceso no medió ningún órgano que garantizara o velara por la limpieza del proceso y que pueda resolver las posibles reclamaciones. Ni una Junta Electoral ni una comisión de control, como había ideado Mas antes de que el Tribunal Constitucional aceptara la impugnación de la consulta por el Gobierno.

Voluntarios parciales

En el recuento de papeletas se pudo ver al líder de ERC, Oriol Junqueras, abriendo sobres y clasificando los votos. Los voluntarios de las mesas eran claramente parciales, procedentes del «pacto por el derecho a decidir». La mesas se constituyeron sin interventores, apoderados ni representantes de distintas opciones, algo que no ocurre en las votaciones transparentes.

Votar varias veces

Hubo gente que votó en varias ocasiones. Faltaban un listado oficial de electores y un sistema informático que cruzara los datos de las distintas mesas. Solo era necesario mostrar el DNI y ser mayor de 16 años para poder votar.

Sin voto secreto

Una de las características de las votaciones democráticas radica en la importancia de garantizar el voto secreto. Sin embargo, no había cabinas en las que poder realizar en este proceso, según denunció Sociedad Civil Catalana.

No hubo neutralidad

No hubo neutralidad en la larga campaña, ni en la organización y celebración, donde predominó un mapa de Europa con una Cataluña ya independiente. El mismo 9-N, y pese a que se le pidió a los voluntarios que no llevaran indumentaria que pudiera condicionar el voto, en las inmediaciones de estos locales había pancartas favorables al «sí» a la independencia, así como banderas secesionistas («estelades») —estas incluso en algunas mesas—.

Observadores no reconocidos

Un centenar de observadores internacionales no reconocidos por la Generalitat se desplazaron a Cataluña para seguir la jornada. Lo hicieron a instancias de plataformas independentistas, ya que el Gobierno catalán solo logró contactar con diez.

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