Sergi Doria - SPECTATOR IN BARCINO

Los Badia, Torra y Cia

Con el nuevo presidente de la Generalitat, los fantasmas del racismo de los años treinta se reencarnan ahora en forma de República

El 1 de marzo de 2001 Jordi Pujol iba a presentar «Què pensa Heribert Barrera» en el Ateneo, pero el acto hubo de suspenderse. Policía Nacional y Mossos montaban guardia ante las concentraciones contra el ex President del Parlament a raíz de las opiniones racistas que vertía en ese libro de conversaciones con el periodista Enric Vila. Pujol confesó que había aceptado presentarlo sin haberlo leído -toda una lección de fiabilidad- y se desmarcó de las expresiones de Barrera.

Pocos días antes, Marta Ferrusola ya había vilipendiado al enemigo exterior durante una conferencia en Caixa de Girona: «Si todos los catalanes no nos preocupamos de Cataluña, los otros nos la destruirán. Todas las baterías apuntan en contra de Cataluña. Estamos retrocediendo no cinco, sino diecinueve o veinte años. Van en contra de nuestro país, en contra de lo mucho que hemos remontado».

«Los otros», «en contra de Cataluña»… La consabida pornografía victimista que tanto rinde al nacionalismo. Hasta entonces «los otros» habían sido los «castellanos»; ahora se les unían los musulmanes -recuperables vía normalización lingüística- y esos latinos tan remisos a aprender catalán. La «mestressa» de los misales andorranos concluía sus evacuaciones con una anécdota sobre la aciaga infancia de sus hijitos: «A veces en el parque se me acercaban y decían. "Avui no puc jugar, mare, tots són castellans"».

Contra la inmigración

¿Qué dijo el octogenario Barrera para armar la que armó? Cosas muy parecidas a las que ahora conocemos del Custodio Quim Torra: «Si para que Cataluña vaya bien, España tiene que ir mal, que vaya mal». «Qué me expliquen qué ganamos con que bailen tantas sevillanas… Ni que tengamos mezquitas». «Ahora tenemos escasez de agua, si en vez de seis millones fuéramos tres como antes de la guerra, no tendríamos este problema». «Es evidente que cualquiera que quiera españolizar Cataluña tiene interés en que la migración venga aquí». Y lo del coeficiente de los negros. Y la eugenesia. Y…

Barrera revivía los fantasmas del pasado que disimula Esquerra con impostado progresismo. En el centenario de su nacimiento, 6 de julio de 2017, no hubo conmemoración en el Parlament que presidió entre 1980 y 1984. Renovado «pal de paller» de la República, Junqueras evitaba que alguien mentara el ideario xenófobo del patriarca. El independentismo que desprecia lo español y se disfraza de solidario con el «volem acollir» no podía suscribir esta reflexión «made in Barrera»: «Los problemas del Tercer Mundo no deben recaer sobre las espaldas de Cataluña, que sólo tiene seis millones de habitantes, no ha tenido colonias y no ha tenido estado».

Con Torra, los fantasmas del racismo de los años treinta se reencarnan ahora en forma de República. En ese universo mental, sus venerados Badia: especialistas en trabajos sucios -torturar obreros- y «màrtirs de la terra». según los proclamó el ultra Moviment Identitari Català el pasado 28 de abril, aniversario del asesinato de los hermanos por la FAI.

No solo Torra revivindica los fantasmas. Otro 28 de abril, de 2011, vio la luz un manifiesto «en favor de una calle o plaza para los hermanos Badia en Barcelona o Torregrossa» (su pueblo natal): «Es hora de que las ciudades, villas y pueblos de nuestro país comiencen a dedicar calles y plazas a nuestros héroes nacionales, tal como se hace en todos los países serios del mundo».

Entre los 80 firmantes: Elisenda Paluzié (actual presidenta de la ANC), el montserratino Hilari Raguer, Salvador Cardús, Josep M. Terricabras, Miquel Calçada, Ramon Tremosa, Oriol Junqueras, Jordi Cuminal, Rull & Turull, Quim Forn, Pere Aragonès, y, cómo no, el ubicuo Torra… El «Fem República» en pleno.

Ley de Transitoriedad

Dos años después, 2013, el homenaje a los Badia frente al portal de Muntaner, 38 -donde cayeron los Badia- contó con las arengas de Oriol Junqueras, Quim Torra y Lluís Duran. «Un país que no recuerda su historia acaba perdiendo su identidad», concluía el manifiesto de 2011. ¿Es esa la identidad del independentismo catalán?

El Estat Català de los hermanos Badia renacía el 6 y 7 de septiembre de 2017 en la Ley de Transitoriedad que daba paso a esa República Catalana que el diputado Pujol (Eduard) compara con el Eixample de Cerdà, la arquitectura de Gaudí, el teléfono de la Mancomunitat y las playas bajo los adoquines del 68.

«Fill de Martorell» como Pujols (Francesc), este Pujol (Eduard) profesa tanto amor al inquilino de la Torre de les Hores que sigue creyendo que, por ser catalanes, podremos ir por el mundo con todo pagado. Aficionado a los cuentos, Pujol (Eduard) comparó a Puigdemont con una muñeca rusa. Al abrirla te encontrabas «libertad y democracia». Pero lo que te encuentras es Barrera, Torra, sus ancestros y sus herederos. La diferencia entre ayer (2001) y hoy (2018) es que Barrera parecía avergonzar a los suyos mientras que Torra -con sus bestiales fábulas- es Presidente Custodio de Cataluña.

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