Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Arrimadas

«Inés Arrimadas se va, porque está harta de entrar en el Parlament con silbidos y salir escoltada por Mossos»

Inés Arrimadas se va a Madrid. ¿Qué ocurre aquí? Se barajan diversas interpretaciones -causas y consecuencias- del asunto. Que si una decisión defensiva con el objeto de neutralizar encuestas desfavorables para Ciudadanos, que si la candidata puede captar el voto de los indecisos y frenar el trasvase de electores de Ciudadanos a Vox, que si el concurso de Inés Arrimadas es fundamental para que Ciudadanos gane la batalla al PP arrebatándole la hegemonía del centro derecha, que si es una figura con un cartel excelente en el conjunto de España -andaluza, recalcan algunos para distinguirla del catalán Albert Rivera- y ello generará sinergias en toda España, que si Ciudadanos está preparando el relevo de Albert Rivera por si las cosas salen mal en las elecciones generales, que si la candidata apuntala la opción de no pactar con el PSOE que es la preferida por unos electores de Ciudadanos que aún recuerdan las amistades peligrosas de Albert Rivera con Pedro Sánchez, que si la imagen antiindependentista de Inés Arrimadas es un valor seguro, que si hay que sumar votos y fuerzas constitucionalistas en el Congreso de los Diputados para detener al independentismo.

¿Podría tratarse de una trampa -una manera de anular a Inés Arrimadas- si no resulta ser el revulsivo esperado? Y hay quien asegura que está amortizada en Cataluña, o ha hecho el trabajo a medias, y deja huérfanos en el Principado.

Dicho lo cual, no cabe descartar el factor humano. Inés Arrimadas se va, porque está harta de entrar en el Parlament con silbidos y salir escoltada por Mossos, de soportar lazos amarillos en los escaños y en la calle, de ser ninguneada por el presidente de un Parlament que ni hace ni deja hacer, de sobrellevar los tuits xenófobos y los insultos en la Red, de sortear las entrevistas perpetradas por los medios de comunicación del Régimen, de tolerar las bufonadas y estupideces de los humoristas del ídem. Y, también, harta del sectarismo, la mala educación y la lejía. Conclusión: yo me largo de aquí.

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