Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Votar con moderación

«Un político haciendo política de copas es sinónimo de una resaca terrible. Nuestros políticos no entienden que a esas horas es una falta de educación hablar de política»

ICAL

Lo mejor de las campañas electorales es el después. Cuando han sacado los votos de las urnas y los políticos se olvidan del votante cuatro años y actúan, sin dar la coña, como les place. Lo de ahora sabe el lector que es un paripé. Menos mal que ayer era el Día Internacional de los Museos y abrían de noche. Menos mal que uno podía acogerse a sagrado en el Nacional de Escultura donde seguro no le irá a buscar ningún político para darle un mitin. Y es que se está poniendo la campaña imposible. Se hace cada vez más complicado salir de casas sin encontrarse un político nervioso o que, en vez de asaltarle los de «ACNUR» o «Cruz Roja» en una esquina, le asalten los voluntarios de algún partido político con globitos.

El único resquicio que quedaba estos días eran las noches. Esas noche de Valladolid con lunas grandes dando volumen a sus monumentos. La gente de bares, las plazas vacías de políticos y ayer los museos abiertos. Habría quien, incluso, creyese por un momento que habíamos alcanzado la cumbre de la civilización. Los museos abiertos por la noche y la gente yendo a ver a Juan de Juni en vez de a «Juanita».

Pero no se asuste el lector, es imposible tanta civilización. Es más, el sábado dio al traste y había que escapar a los museos porque la campaña electoral llegó a los bares. Un político haciendo política de copas es sinónimo de una resaca terrible. Nuestros políticos no entienden que a esas horas es una falta de educación hablar de política. Ya se habla bastante durante el resto día. Lo que no calculaba uno es que la campaña fuera a llegar hasta este extremo. Ya bastante tenemos con que durante esta semana compitan por las plazas de la ciudad políticos y titiriteros como para que ahora los garitos se conviertan en un caladero de votos. Como Óscar Puente ponga de moda esto de ir a pedir el voto de copas -que es una iniciativa que parece más de VOX-, nos esperan unas borracheras terroríficas. Tanta campaña electoral -nacionales, autonómicas, europeas y locales- se le está subiendo a más de uno a la cabeza. Beber, votar… «el rollo de siempre».

Quedó el alcalde de Valladolid por Twitter con unos jóvenes en «Vinos Merino». A estos su madre nunca les dijo que no queden con extraños y menos por redes sociales. Puede despertarse uno al día siguiente sin un riñón o convencido de que Puente es un santo. Y vete tú a explicarles después a tus padres que es que se te lio la noche…

Quede tranquilo el lector y resista, que el próximo domingo nos vuelven a dejar en paz.

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