La vendimia arranca algo más tardía, pero con «buenas sensaciones»

El exceso de lluvia acumulada obliga a «extremar» las precauciones

Los productores esperan mejorar sus datos de cosecha de 2017, que fueron «un desastre»

I. JIMENO

Nervios. Es la sensación que domina estos días el sentir en las trece denominaciones de origen vitivinícolas de Castilla y León. Y es que llega el momento de la verdad, donde se juega el trabajo de todo un año: la vendimia. Aunque en una Comunidad tan grande y dispar la situación es muy desigual, en general lo que impera es la sensación de que ésta será una campaña mejor que el «desastre» de 2017, cuando la mayoría de zonas acusaron los efectos de la sequía y las tardías heladas. Este año, el problema es casi el contrario, el «exceso» de agua que ha bañado buena parte de la región y que ha obligado a los viticultores a estar muy pendientes de la planta y aplicar tratamientos para prevenir y evitar enfermedades fúngicas, que no todas las vides han sido capaces de eludir. Aún así, las sensaciones son «buenas» y se espera que la uva que entre en las bodegas tenga gran «calidad».

Es lo que ya han podido comprobar en la DO Cebreros, la benjamina de las denominaciones, que desde el 10 de agosto ya está vendimiando. Empezó con el albillo real, la variedad de blancas más temprana, que está «bastante sana», a pesar de que la lluvia se ha dejado notar y algunas zonas sufren el temido mildiu. Es su segunda vendimia como denominación de origen y la evolución es positiva: han pasado de 180 hectáreas inscritas a unas 300, y la cifra sigue subiendo. Ese aumento de parcelas y las mejores condiciones de este año hacen que las estimaciones de cosecha se incrementen y puedan pasar de los 630.000 kilos recogidos el año pasado a rondar el millón.

En Rueda (Valladolid), la recolección no empezará en agosto, como ocurre habitualmente, sino que arrancará a comienzos del próximo mes. Con una producción de entre 100 y 110 millones de kilos, se prevé una campaña «norma» en cantidad y buena en calidad. También para la primera quincena de septiembre (entre el 7 y el 10), «un poco más» tarde de lo común, se espera comenzar en Sierra de Salamanca, donde aseguran que la uva presenta «una calidad muy interesante», aunque con menos cantidad por hectárea, pero con más viñedos sumados a la DO (han pasado de 50 en 2010 a 115 en 2018). Estiman una cosecha de unos 325.000 kilos, ligeramente por debajo de la pasada.

Coincidiendo con la fiesta de La Encina, a mediados de septiembre, esperan abrir las bodegas en la DO Bierzo, donde aún no se atreven a hacer estimaciones de cantidad, algo mermada por la afección de alguna enfermedad en las cepas, aunque aseguran que la calidad es «óptima». También para el 15 ó 16 de septiembre confían en abrir la campaña en otra de las cinco grandes denominaciones, Cigales, donde están «contentos» por no haber sufrido la afección de hongos, aunque tuvieron que aplicar tratamientos preventivos, comprobar que la calidad marcha «muy bien» y con buenas sensaciones después de un 2017 atípico que redujo a la mitad la cosecha. «Peor, imposible», aseguran, confiados en llegar a los 8 u 8,5 millones de kilos (en 2017 se quedaron en 5,5).

Entre el 15 y 20 de septiembre confían en arrancar en Toro, con una cosecha «regular» de entre 21 y 24 millones de kilos. En la recta final de septiembre, una fecha «normal», después de la adelantada vendimia del pasado año, esperan comenzar en Arribes. Las próximas semanas serán decisivas, por lo que «hay que estar muy pendientes» del tiempo, aseguran. «Queda mucho», pero el cálculo apunta a un millón de kilos de uva que entren en las bodegas, «un año medio», pues aunque baja el número de hectáreas de la denominación por la regularización, también hay jóvenes viticultores que se lanzan a la aventura del vino.

Enfermedades

Un «pelín retrasada» llegará la cosecha a Tierra de León, donde el Consejo Regulador calcula que será en la segunda quincena del próximo mes cuando comience el ajetreo. Las lluvias y las temperaturas no excesivas han retrasado el ciclo y hacen que éste sea un «año difícil» que obligará a «extremar» las precauciones para evitar enfermedades que den al traste con la cosecha, que cifran en unos 2,5 millones de kilos, en torno a la mitad de un año normal. Y es que, después de que las heladas de 2017 hicieran mucho daño (la producción cayó un 70%), las plantas tardan uno o dos años en recuperarse.

Con unos diez días de retraso y previsión de que la ansiada vendimia comience a finales de septiembre o principios de octubre se encuentran en Tierra del Vino de Zamora. Las vides están con «bastante carga de uva», aunque asumen mermas por enfermedades fúngicas y hongos motivados por el exceso de humedad acumulada. La lluvia también ha hecho que la maduración avance de forma desigual, por lo que estiman un año «complicado», ya que «no todo va a valer», con unos 850.000 kilos en bodega.

El envero ya está terminando en la gran DO de Castilla y León, Ribera, donde para finales de septiembre, «un poquito más retrasado», esperan que comience la vendimia, como «en un año normal». El próximo mes será fundamental, pero prevén que sea una cosecha «normal», en torno a los cien millones de kilos, y «no la calamidad» de 2017, cuando apenas superaron los 55. No están aquejados de enfermedades y, aunque el hielo y el granizo han vuelto a hacer daño, nada comparado con el pasado año.

En la cercana, pero mucho más pequeña Valtiendas, para el Pilar aguardan el arranque, con una producción en «niveles normales» después de un año de heladas, pedrisco, brotes de enfermedades..., pero la esperanza de una calidad «alta».Y hasta octubre no hay previsión de inicio en Arlanza. Todavía es pronto, pero ya dan por seguro que no alcanzarán las cifras de un año normal y se quedarán en unos 800.000 kilos de uva, por los daños de las heladas de mayo.

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