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Así ha transformado la crisis el perfil del consumidor

Según los expertos, se ha vuelto crítico, informado, exigente y expectante ante el comercio electrónico

Los seis integrantes del Foro ABC, en el Hotel El Coloquio de los perros de Valladolid F. HERAS

ABC.ES

La crisis económica marcó un antes y un después en muchos aspectos de la economía y el consumo es uno de ellos. El perfil del comprador ha experimentado importantes modificaciones como consecuencia, por un lado, de la necesidad de ajustar la cesta de la compra a los ingresos, pero también por la evolución que experimenta la propia sociedad, desde la demográfica, hasta los imparables avances tecnológicos. Sobre esta base, el Foro ABC reunió a seis expertos en consumo con los que analizó las nuevas tendencias en los hábitos de compra. Así, participaron en el encuentro la directora general de Comercio y Consumo de la Junta, Irene Núñez; la directora de Relaciones con las Asociaciones de Consumidores de Mercadona, Clara Medina; la secretaria general de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Emilia Gómez; el presidente de la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI), Gustavo Samayoa; el vicepresidente de la Confederación de Asociaciones de Usuarios y Consumidores Europeos (Cauce), Juan Moreno, y el responsable jurídico de la Unión Cívica Nacional de Consumidores y Amas de Casa (UNAE), Manuel Martín.

Más sensible al desperdicio

Seis conocedores de la realidad con la que los ciudadanos se enfrentan cada día a sus compras, cotidianas o no. Todos coinciden en que este año se percibe cierta mejoría en la economía, si bien los hábitos adquiridos durante los años más duros «han llegado para quedarse». Además, se mantiene una clara tendencia en la que el consumidor busca «precio y, sobre todo, calidad, con el objetivo puesto en productos diferenciados», según Irene Núñez. Sin embargo, el comprador «es más crítico, exigente y está más concienciado» porque «la crisis nos ha hecho comprar de manera mas eficiente, el consumidor busca la mejor relación calidad-precio y compra lo que necesita», aseguró Clara Medina, directiva de Mercadona . Pero no sólo eso, también «se ha vuelto más sensible al desperdicio de alimentos y apuesta por la sostenibilidad de la cadena alimentaria», añadió Juan Moreno, quien recordó que así lo avala la última Encuesta de Hábitos de Consumo . Otro aspecto que ha cobrado especial importancia, sobre todo en la cesta de la compra, es el etiquetado, que «cada vez es más importante y se considera de mucha utilidad», señala Gustavo Samayoa, aunque en este sentido advierte de la necesidad de que «las etiquetas sean más claras y sencillas» porque el consumidor, por ejemplo, «muchas veces no distingue entre la fecha de caducidad y el consumo preferente». También se reclama más, aunque la forma de presentar la queja ha variado porque ahora «se hace directamente con el servicio de atención al cliente, mientras que las administraciones públicas son el último recurso porque se piensa que no son eficientes», explica el responsable de UNAE .

Preocupados por la salud

Otra de las cuestiones que ha entrado de lleno en los hábitos de consumo es la preocupación por la salud. «El consumido demanda productos saludables», insiste la responsable de Mercadona, aunque, curiosamente, la encuesta revela que la frecuencia de compra y consumo de determinados alimentos reflejan una realidad con un margen de mejora a nivel de hábitos alimenticios, como es el hecho de que solo el 35% de los encuestados indican comer verdura a diario. No obstante, para Gustavo Samayoa no hay que olvidar que «una cosa es lo que se quiere hacer y otra lo que te permite tu vida».

«No hay alimentos buenos o malos, sino frecuencias de consumo mas o menos adecuadas»

También hay que tener en cuenta que la perioricidad y la forma en que se consume es muy importante, recuerda Manuel Martín, ya que «un consumidor puede hacer una cesta saludable y luego no consumir esos productos porque muchas veces se compran productos así catalogados pensando que con eso vale». «Se tiene incluso la percepción de que se consume bien cuando es al revés», añadió el vicepresidente de Cauce. Clara Medina introdujo en este punto un afirmación tan controvertida como real y es que «no hay alimentos buenos o malos, sino frecuencias de consumo mas o menos adecuadas» y en este sentido recordó que, según los datos de la encuesta, aún hay un 1,2 % que come fruta solo una vez al mes. Surgió entonces el debate sobre el etiquetado de los productos que casi seis de cada diez consumidores considera que es su principal fuente de información. «El resto busca la información en otras fuentes como internet, revistas especializadas, personas cercanas o la web del propio establecimiento», afirmó Gustavo Samaoya. Juan Moreno fue un poco más allá ya que considera que hoy por hoy el comprador no tiene toda la información necesaria para poder hacer un consumo saludable. Así, por ejemplo, sólo un ocho por ciento de los encuestados son alérgicos y adquieren, por lo tanto, estos productos pero, sin embargo, otro diez por ciento los compran pensando que son más sanos aunque no tengan ningún tipo de problema de alergias. Un problema, el de las intolerancias, con el que todos los fabricantes están concienciados, según reconocieron los expertos. Según la directora general de Comercio y Consumo, «la gran mayoría de los productores cumplen con la normativa» e, incluso, a veces hay un «exceso de información» y el comprador quiere algo más sencillo. A su juicio, «todo el mundo sabe que es más sana la fruta que un refresco; es cuestión de hábitos».

Precisamente, una de las costumbres que más se ha afianzado a raíz de la crisis está relacionada con la responsabilidad social, de forma que uno de cada diez ciudadanos se muestra muy preocupado con los desperdicios de alimentos y un 84 por ciento asegura que están haciendo algo para evitarlo, si bien se ha producido un ligero descenso con respecto a 2016. Juan Moreno recordó, en este sentido, cómo el 60% considera que los desperdicios alimentarios son una responsabilidad de todos.

Adecuar los formatos a las nuevas realidades

Aún así, para Gustavo Samayoa, hay que incidir en la necesidad de que el productor adecúe los formatos a las nuevas realidades sociales para evitar que se tenga que tirar el alimento que no se consume porque el envase era demasiado grande.

Y no podía faltar en el debate la supervivencia del pequeño comercio que, para Gustavo Samayoa, «no se debe perder de vista porque no están en contraposición con el grande sino que es cuestión de buscar el equilibrio». Un equilibrio que para Juan Moreno se basa en la capacidad para elegir que tiene el consumidor, como lo demuestra que se ha ya incrementado el consumo en el mercado de proximidad, que cuenta con la ventaja de «inmediatez», dijo Manuel Martín además de «una atención especializada que es lo que le va a hacer perdurar», según Emilia Gómez.

Ocho de cada diez ciudadanos intentan evitar los desperdicios

Hábitos que se han puesto de manifiesto en la encuesta donde se evidencia que «hay una tendencia a volver a lo cercano en detrimento de los grandes centros». También la directora general de comercio cree que hay sitio en el sector para los pequeños establecimientos, entre otras cosas, según el vicepresidente de Cauce, porque «se diversifican las compras y no se adquiere todo en el mismo sitio», combinando parámetros como la cercanía, el precio y la calidad», añadió Clara Medina.

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