Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Tractores contra la revolución

«...Ya sólo quedará sugerirle a la presidenta de las Cortes declarar dos repúblicas a falta de una. Qué repúblicas… dos reinos independientes: el de Castilla y el de León»

ICAL

GUILLERMO GARABITO

Se nos ha ido de las manos y el Estado se ha olvidado de nosotros. En Moncloa se han olvidado de esta minoría silenciosa que son los pueblos en noviembre, cuando se mueren más que hibernan, y las ciudades de esta región. Y todo es esperar a ver si de una vez aplican el artículo 155 en Castilla y León para devolvernos a la normalidad. A ese orden que certifica Moncloa y pulula por los telediarios cuando hablan de Cataluña.

Aquí todavía quedan tractores en los campos, tractores que no están haciendo la revolución. Y hay niños en la escuela a los que sus padres no han usado de bolardos para cortar las carreteras. Aquí, aún, hay esquiroles que simplemente fuman y esperan a la puerta de los hospitales sin impedir el paso a los enfermos. Y los únicos bastones que se ven son las cayadas que usan los campesinos viejos para apoyar el peso de una espalda con la que sostienen el cielo al que miran pidiendo agua. Por estos lares los bastones de mando son un adorno más, un elemento protocolario que los ediles no se llevan de excursión. Lo de Bruselas –y los doscientos alcaldes– fue un intento de recrear una escena para la historia. Pero los bastones no son lanzas, aunque algunos quieran imponer lo contrario, ni eran héroes ninguno de los que allí estaban. Tampoco Puigdemont –más quisiera– es el general Spínola.

Entre este esperpento, por donde corre tranquila la democracia, vive esta tierra. Esperando que le apliquen el artículo 155 a esta región con urgencia. Y es que no se puede seguir viviendo así, olvidados en medio de esta extraña situación. Si en Cataluña, como cuentan, han restaurado la normalidad, la única deducción posible es que los anormales somos nosotros. Este lugar, con su política predecible y gris y sus comercios abiertos sin impedimentos los días de huelga, aguanta mientras el Gobierno nos devuelve a la normalidad de Cataluña. A ese discurrir donde ya sólo quedará sugerirle a la presidenta de las Cortes declarar dos repúblicas a falta de una. Qué repúblicas… dos reinos independientes: el de Castilla y el de León.

Lo verdaderamente revolucionario, visto lo visto, va a terminar siendo no hacer la revolución. Así vivimos, a la espera. La normalidad en esta tierra –155 aparte– es volver a ver nieve en las montañas.

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