Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

El rayo que no cesa

«El centro geométrico herrerianamente hablando entre Salamanca y León sería -metro más, metro menos- Rosa Valdeón»

Guillermo Garabito
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Juan Vicente Herrera llevaba tanto tiempo yéndose que su marcha en realidad no es noticia.

Ayer por la tarde llamaba algún periodista de Madrid para preguntar que iba a pasar como si aquí tuviéramos una bola de cristal o Herrera hubiese mandado una circular a todos los vecinos. La carta se la mandó a Rajoy para que en Madrid se queden tranquilos y demostrar que lo deja todo «atado y bien atado», que en estos tiempos como mucho son unas primarias.

Es sabido que el estilo herreriano se caracteriza por su rigor geométrico, por la relación matemática entre los diferentes elementos y por la ausencia de todo artificio innecesario. Como en esas películas iraníes yo leía el documento en herreriano original, el de Burgos, pero no podía evitar leer en subtítulos el soneto 19 de Miguel Hernández: «Me callaré, me apartaré si puedo».

Y para que en Génova se fíen de lo dicho acto seguido anunciaban candidaturas Antonio Silván y Alfonso Mañueco. Tiene gracia. El centro geométrico herrerianamente hablando entre Salamanca y León sería -metro más, metro menos- Rosa Valdeón. Cosas de la vida, las relaciones matemáticas tienen poco que hacer cuando se precipita una nueva primavera.

Hablando de ubicación, Maillo ha nacido dos veces. La última en Génova, provincia de Zamora. Y todo pasa por Valladolid que de herreriano tiene un patio, una catedral inacabada y el silencio de un hombre que se mira al espejo en la acera de Recoletos.

Saturno devora a sus hijos, pero Herrera no. Dejará que pase lo que tenga que pasar mientras busca un punto geométricamente puro para descansar. En la desnudez decorativa de un comunicado que hoy se analizará buscando mensajes cifrados dignos de interpretación en el café de cada consejería. No busquen mucho. No hay nada más herreriano que «El Rayo que no cesa» y el final está escrito, usted ya sabe: «Me voy, me voy me voy, pero me quedo». Porque esto es un adiós en diferido.

La primavera puede ser maravillosa.

Ver los comentarios