Rampa de salida

El PSCL trabaja bien y desde hace tiempo en las elecciones de mayo. Sacan varios cuerpos de ventaja al resto de las formaciones y manifestaban la euforia antes del fatídico 2D. Realizan un trabajo capilar en toda la región y se aprovechan de la desgana y falta de gestión de la Junta, la desorganización del PP y la cada vez más negativa gestión del consejero de Sanidad, Antonio Sáez, ineficaz y dañina en las zonas rurales, también en términos de votos. De puertas adentro les sonríe todo y antes de ayer, Pedro y los sanchistas le ofrecieron un baño de multitudes a Tudanca en su tierra natal. Además, bien arropado por los anteriores secretarios generales del PSCL.

Si se encontraban alicaídos por Andalucía, el mitin de Sánchez, repleto de soflamas inconcretas y propaganda, que es lo que mejor maneja, les elevó el ánimo: la Junta de Castilla y León está más cerca. Sin embargo, tienen una preocupación y un problema, en el segundo caso si los otros partidos lo manejan en precampaña. La preocupación es no saber cómo reaccionarán los votantes (no confundir con militantes) ante el efecto Sánchez. En Castilla y León, tierra tradicional, gustan poco los gestos hacia Cataluña o afirmaciones como las de Montero: «Estos presupuestos son muy buenos para Cataluña». ¿El sentimiento nacional superará los deseos de cambio?; el domingo electoral, ¿servirá para refrendar candidatos locales o se celebrará un referéndum sobre La Moncloa? El problema son los Presupuestos en sí mismos, que penalizan a los castellano y leoneses en muchas partidas y olvidan problemas. En una comunidad rural y de autónomos, ¿a cuántos perjudicará de manera inmediata lo que la ministra de Hacienda llama «supresión de la bonificación del diésel», que en castellano claro significa encarecimiento del combustible? ¿La factura del diésel la revertirá a Tudanca?