Fernando Conde - Al pairo

Quítate tú…

«Probablemente haya querido ser Lucas conminatorio, sin ser imprudente, exhortador sin ser taxativo, rememorador sin parecer ajustador de cuentas»

Fernando Conde

En la antigua Grecia gozaban de gran predicamento los oráculos de la Sibila de Cumas. Se suponía que estaban inspirados directamente por el dios Apolo, lo que les hacía infalibles. El problema estaba, sin embargo, en acertar a descifrar aquellas predicciones que la mayor parte de las veces eran de una ambigüedad exasperante. Sin llegar a ser ambiguo, pero sí con un cierto galleguismo soriano se ha pronunciado el expresidente Lucas esta semana, al afirmar que a Mañueco no le vendría mal ser presidente antes de 2019. Podría haber afirmado directamente que le vendría bien, pero hay en esa doble negación interna («no... mal», las dobles negaciones siempre sirven para afirmar) mucha miga.

Probablemente haya querido ser Lucas conminatorio, sin ser imprudente, exhortador sin ser taxativo, rememorador sin parecer ajustador de cuentas. Pero tampoco hay que ser Einstein para percatarse de que, tras sus palabras, hay un mensaje diáfano para con quien ocupa el trono de la Asunción, a saber, «cuando tú no eras más que un desconocido portavoz en las Cortes, yo, generosamente, te hice sitio para darte tiempo y espacio». Blanco y en botella... Y la jugada, basta remitirse a las pruebas, le salió bien, muy bien, al PP. Es cierto que la aplicación de una misma fórmula no asegura, y menos en política, la repetición de idénticos resultados, pero también lo es que en política el objetivo común debe estar siempre por encima de la ambición y la autocomplacencia. No obstante, ya verán como en esta ocasión vuelve hacerse buena la consabida frase del Conde de Romanones de «al suelo, que vienen los nuestros».

La otra cara de la moneda -o la misma de la misma moneda, según se mire- la ha puesto el cabeza de Ciudadanos en Castilla y León, Luis Fuentes. Es un hecho indiscutible que Ciudadanos, con su efecto Rivera/Arrimadas, está en imparable ascenso. Y no hay más que ver el nerviosismo que atenaza a los populares en cualquier lugar, al comprobar que cuatro de cada diez votantes suyos se han pasado a la naranja mecánica. El susto es grande y el bicho de temer. Pero las cosas son así, y los de Rivera han sabido capitalizar, con mesura y claridad de mensaje -además de una hoja de servicios, en buena lógica, prácticamente limpia-, su ventana de oportunidad, como dicen los modernos. Por eso no es de extrañar que a Fuentes no le vaya nada bien que en la Junta se produzca un cambio de caras antes de llevar a término la legislatura. Es de una lógica aplastante: es más fácil velar el cadáver para heredar, que pelearse con un heredero directo. Y en fin, así están las cosas. Del quítate tú «pa» ponerme yo, ya verán como nada de nada.

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