Julio López - Pienso, luego existo

No es trabajo todo lo que reluce

«El paro es la principal preocupación de los españoles, porque es la gran deficiencia estructural de la economía»

Sede del Ecyl en Valladolid ICAL

El paro es la principal preocupación de los españoles, porque es la gran deficiencia estructural de nuestra economía. Da igual que sean tiempos de crisis o bonanza, siempre tenemos más desempleo que nuestros socios europeos. Como muestra, el último dato publicado por Eurostat, confirmando que en 2018 fuimos tras Grecia el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro (14,3%), más del doble que la media de la UE (6,6%). Y en este contexto, es verdad que Castilla y León tiene una tasa de paro inferior a la media nacional, pero es una ficción estadística provocada por la marcha de jóvenes parados a otras Comunidades. De hecho somos una de las regiones que menos empleo crea, lo que constituye el principal problema de Castilla y León.

Por eso pueden sorprender noticias como la conocida hace unos días, relativa a que en la Comunidad había 1.500 vacantes de conductores profesionales en el sector del transporte de mercancías y viajeros ¿Y eso? Pues desde la patronal del transporte se achaca a la escasez de este tipo de expertos en nuestra comunidad autónoma. Si se diera por buena esta explicación, sería entendible la reacción de la Consejería de Fomento, firmando en Burgos un convenio con la patronal para impulsar la empleabilidad del sector, para que haya más conductores. Incluso sería admisible la contratación de profesionales extranjeros por parte de las empresas.

Pero no parece que esas vacantes surjan porque no haya conductores profesionales castellanos y leoneses en paro queriendo trabajar en el sector. De hecho, a finales de 2018 el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) tenía registrados 3.246 parados demandantes de empleo como conductores de camión, de automóvil, taxi o furgoneta en Castilla y León, más del doble de esos 1.500 puestos sin cubrir.

Por tanto, todo apunta a que esas vacantes se producen porque el salario que pagan las empresas es inferior a lo que en economía se define como salario de reserva, aquel por debajo del cual a una persona no le compensa trabajar.

Y no nos escandalicemos, que todos tenemos un salario de reserva. Y el que éste sea mayor o menor depende, entre otros factores, de las condiciones laborales del trabajo ofertado. Y esto, en el caso que nos ocupa, nos lleva a reflexionar sobre la precariedad inherente con carácter general al desempeño de esta profesión: sin percibir dietas que cubran un gasto mínimo de alojamiento y manutención; cobrando por kilómetro recorrido y no por el número de horas que pasa en el camión, lo que conlleva hacer horas extra nocturnas o en festivos no retribuidas; incluso asumiendo el conductor la responsabilidad de las sanciones por incumplimiento del tacógrafo.

En definitiva, es un trabajo que con frecuencia implica largos periodos de tiempo fuera de casa, sin poder conciliar vida laboral y familiar, durmiendo y comiendo en las cabinas de los vehículos, una precariedad no compensada en términos salariales. Ello explica (en este sector, y en cualquier otro) que pueda haber vacantes, aunque haya parados cualificados para cubrirlas. Y es que no es trabajo todo lo que reluce.

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