Luis Jaramillo - Punto de vista

Ordeno y mando

«Es sorprendente que el PP nacional prefiera abrir una crisis en la Diputación de Valladolid y crear una situación parecida a la que perpetraron en Ávila, donde perdió poder»

F. HERAS

En política hay cosas que resultan incomprensibles. Las normas de los partidos nacionales cuando se tratan de imponer por encima de todo pierden el sentido porque no buscan el bien de la organización sino dejar claro quien manda. Está pasando en Valladolid y Zamora, en el PP y el PSOE, con el proceso de constitución de las Diputaciones. En Zamora, el alcalde de Toro, Tomás del Bien, osó presentarse a diputado por su zona y como no era lo previsto por el PSOE se anuncia su expulsión, aunque puedan perder Toro y suponga el alejamiento del posible gobierno de la institución provincial. Incomprensible pero real.

En el PP de Valladolid puede ser apartado de la Presidencia Jesús Julio Carnero, si mantiene su candidatura a en la Diputación Provincial. Al parecer Carnero no goza de la confianza del PP nacional porque en unas primarias se impuso al sector del partido hoy próximo a la Dirección Nacional o porque apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso Nacional en el que resultó elegido Pablo Casado. No cuenta para el PP nacional que ganara ampliamente las primarias del partido en Valladolid, ni que posteriormente le eligiera el Congreso Provincial, ni que el partido en Valladolid consiguiera el mayor número de diputados. Es realmente sorprendente que el Partido Popular nacional prefiera abrir ahora una crisis en Valladolid y crear una situación parecida a la que abrieron en Ávila y que ha supuesto perder mucha cuota de poder en la provincia abulense.

Es cierto que las normas están para cumplirse, pero cuando las normas se convierten en un ordeno y mando sin explicaciones, el resultado es la división interna. No puede ser que precisamente quién mas tiene que unir actúe de una forma cuyo resultado sea la fractura de la organización.

El sentido común debe existir en la política y las direcciones nacionales de los partidos y harían muy bien en intentar buscar la unidad y no fomentar guerras internas que dañan gravemente sus intereses.

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