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Fuentes del Silencio: un viñedo asentado sobre oro

Un estudio californiano certifica la peculiaridad de la bodega leonesa Fuentes del Silencio

Vendimia en los viñedos de Fuentes del Silencio ICAL

ROSA ÁLVAREZ

Para la obtención de un gran vino es necesario cuidar diferentes aspectos y uno de ellos es el viñedo, las cepas en las que crecen las uvas que le darán sabor y cuerpo. Lo sabe bien el equipo de la bodega leonesa Fuentes del Silencio, ubicada en Herreros de Jamuz, que asegura que sus «23 hectáreas de viñedo» -en las que destacan las variedades mencía, alicante bouschet y prieto picudo- son las «verdaderas protagonistas» de su negocio. En el inicio de su actividad recuperaron viñedos pre-filoxéricos y centenarios que cuidan «con el mayor esmero y cariño» y que se encuentran, además, en una ubicación privilegiada. Un estudio reciente elaborado por la empresa californiana Biome Makers ha reconocido la «excepcionalidad» de su «terroir», por «contar con la mayor diversidad en relación a más de 600 suelos de España, Italia y EEUU». Está asentado sobre una antigua explotación de oro, por lo que las raíces de las cepas se hunden en sedimentos auríferos, algo que se valora en este informe.

La empresa exporta a Inglaterra, Japón o Alemania

Desde Fuentes del Silencio apuestan también por reducir los tratamientos, respetando la biodiversidad, y por una vinificación parcelaria. Otro punto a destacar es que limitan la producción para «obtener la mejor expresión» de las uvas o que la vendimia se lleva a cabo de forma manual, seleccionando el fruto de cada parcela «en función de la maduración y recogiéndolas en cajas con un máximo de 15 kilos para preservarlas mejor». Su trabajo está orientado a la obtención de vinos singulares y excepcionales, algunos de ellos de muy limitada producción. «Pretendemos, en cada uno de nuestros vinos, reflejar el terroir específico, la variedad de uvas y las características de cada parcela a partir de la que se ha elaborado», subrayan.

Su bodega, excavada en la montaña como una de las muchas que hubo en la provincia, data del siglo XVIII, y en ella, explican, han querido recuperar «el saber hacer tradicional» combinado con las técnicas más modernas de elaboración. Vital importancia en su forma de trabajar, de cuidar cada detalle en favor de la calidad de su producto, es la que tiene su equipo. María José Galera y Miguel Ángel Alonso son los impulsores del proyecto; Marta Ramas y Miguel Fisac son los responsables de la de la dirección técnica, una pareja de enólogos que regresaron en 2013 a España para aplicar su visión y conocimientos en el desarrollo de varios proyectos; Alberto Aldonza es el jefe de viñedo, con un profundo respeto por la naturaleza y gran defensor de la agricultura ecológica, y José Villar el bodeguero que trata cada día con el mimo necesario la bodega y el vino. Además, el cuidado de las instalaciones corre a cargo de Emiliana Pérez, quien colabora también en todo lo que sea necesario para la elaboración del vino, mientras Ana Latorre se ocupa y les libera de todas las labores administrativas.

Los propietarios de la bodega María José Galera y Miguel Ángel Alonso, junto a la enóloga, Marta Ramas (dcha.)

Ante la gran dificultad que supone despuntar en el mercado español, «copado por grandes vinos clásicos y de gran calidad», en Fuentes del Silencio no han querido limitarse y han apostado también por abrirse a los mercados extranjeros. Así, sus vinos se venden ya en Estados Unidos, Inglaterra, Japón o Alemania.

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