Fely Campo: «Hay quien quiere que la ropa le dure más de un mes. Ese es nuestro mercado»
La creadora salmantina echa la vista 46 años atrás en «Introspección/The way here», la primera amplia retrospectiva sobre su trabajo que se puede ver en la Sala San Eloy de la ciudad
-¿Qué ha descubierto Fely Campo en este ejercicio de «Introspección» que le ha brindado la muestra retrospectiva?
-He descubierto que sigo pensando en lo mismo que pensaba. En la muestra se proyecta un vídeo de una entrevista que me realizaron en 1994 y todo lo que dije entonces lo pienso ahora. Es increíble que mi inspiración sea la misma. He ido cambiando según lo ha hecho la sociedad, he ido ganando técnica, conocimiento del tejido, pero he sido fiel a una línea.
-¿Da vértigo, nostalgia u orgullo mirar hacia atrás?
-Es una combinación de todo. Sobre todo, me he sorprendido al destapar todo lo que se expone. Hemos encontrado 85 cintas de VHS de una hora de duración con desfiles del año 88 al 94, vestidos, fotografías, e incluso la máquina de coser que me regalaron cuando tenía 15 años. Han pasado 46 años y toda mi vida está puesta ahí, en la exposición. También ha sido muy nostálgico porque son muchos recuerdos de tanta gente que ha trabajado conmigo, y luego en parte da miedo, ya que se trata de exponerte y ver si lo que has hecho parece interesante, si ha merecido la pena. A mí personalmente sí que me lo ha parecido.
-¿Se pondría hoy un diseño suyo elaborado a finales de los 80?
-Sí, claramente. En la exposición hemos colocado dos vestidos de novia dándose la espalda el uno al otro, uno fue realizado en 1989 y otro es para este 2019, y realmente los veo y no se decidir cuál me gusta más. Personalmente me pondría más el de 1989. Tenemos una línea muy sobria, atemporal... Realmente sorprenden mucho las fechas y creo que casi todos se podrían poner.
«Sé que mis vestidos de pasarela, con diez tallas más, quedan perfectos»
-Y la industria de la moda, ¿tiene algo que ver con cuando empezó?
-No, nada que ver. Todo ha cambiado: la forma de consumir, de ver, de diseñar... En aquella época, en los años 70 y 80, apenas había cadenas de moda y entonces se hacía mucha ropa a medida. Había muchas clientas que se hacían toda una temporada, había esa costumbre. Luego eso se encareció mucho porque comenzó la ropa de prét-à-porter y se acabó; solamente se hacían trajes a medida en el caso de las novias, fiestas especiales... También han cambiado de manera increíble los tejidos y la innovación. Ahora te encuentras tejidos maravillosos.
-¿Qué inspira hoy a Fely Campo?
- Pues es exactamente lo mismo. Me inspira la propia mujer, los cambios sociales, el entorno en el que estoy... Me gusta la ropa de fiesta muy poco adornada, sobria, y sobre todo sigo estudiando y aprendiendo sobre el patrón porque creo que unos cortes bien hechos, bien dados, favorecen mucho. Me gustan los vestidos que a lo mejor en la percha no son tan maravillosos pero si alguien se los pone realza su cuerpo. Quizá ahora tengo muchos más conocimientos, pero aún me faltan y eso es lo bueno que tiene esta profesión.
-Comenzó en el diseño de la mano de su madre, ¿qué sigue aplicando de lo que le enseñó?
-Aprendí mucho de su fuerza, de su entusiasmo. Luego, mi madre era muy rápida en ideas, siempre cosió sin patrones. Cogía un trozo de tejido y visualizaba cómo iba a quedar. Esa rapidez creo que también la tengo yo a veces. Veo un tejido y ya estoy visualizando el vestido, su movimiento, sus cortes... Y eso es maravilloso.
-Recuerda algún patrón, diseño... con especial cariño.
-Sí. Durante un tiempo, el patronaje para mí fue una obsesión. Creo que hasta fui un poco fanática. Y sí que ha habido algún patrón que me ha costado mucho esfuerzo sacar, que ahora veo que no era tan complicado. Uno de los que más me han gustado y más favorecían está expuesto en la exposición, que es un traje de chaqueta de novia.
-¿A qué mujer va destinada sus diseños?
-No tengo un perfil. Realmente diseño para todas las edades y todas las tallas. Yo estudio mucho la colección y sé que cada vestido mío de la pasarela de una talla 38 lo podré pasar diez tallas más y queda perfecto. Ese quizá sea mi éxito fuera.
-¿En cuántos países se pueden comprar sus creaciones actualmente?
-En Italia tengo cinco puntos de venta, con un showroom permanente en Milán, y luego Reino Unido para mí ahora es el principal cliente (Irlanda, Inglaterra...), con un showroom en Londres. También en Amberes, Bruselas, al norte de Francia, Suiza y en Alemania presenté colección por primera vez el año pasado.
-Entonces, ¿se puede vivir de la moda desde Castilla y León?
-Es posible, pero con mucho esfuerzo. Empecé a vender fuera cuando no había tanta tecnología. Ahora es mucho más fácil. Y puedes fabricar donde quieras, siempre que sea España, que es garantía, un sello de calidad y valor añadido. Aposté por Salamanca porque me gusta mi ciudad, me gusta que crezca y pienso que yo puedo aportar un granito de arena.
-¿Y se puede luchar contra el gigante asiático?
-Sí, también con mucho esfuerzo, calidad y diseño. Hay mucha gente que quiere algo que le dure más en el armario, que sea más atemporal y que lo pueda tener más de una temporada, incluso más de un mes. Creo que hay un mercado para ello y ese sería el de España.
-¿Hacia dónde camina este sector?
-Es muy complicado. Ha cambiado mucho la forma de comprar y se ha perdido el sentido de vestir. En Italia, por ejemplo, veo que es muy diferente a España. La misma colección que aquí vendo para bodas en Italia se la ponen por la tarde al terminar de trabajar.
-¿Y hasta qué punto hay que escuchar los dictados de la moda?
- Ahora estamos en una época en la que hay muchas propuestas y estamos descubriendo ante el espejo como nos queremos vestir. Eso es maravilloso, de verdad. No es como hace unos años que la moda llegó a ser un poco tirana.
