Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio

Enseñanzas de Andalucía

«En Castilla y León podrá haber tres o cuatro formaciones políticas para formar un gobierno»

ICAL

SALVADOR RUS RUFINO

El 2 de diciembre del año pasado se celebraron las elecciones andaluzas. Muchos pensaron que el resultado iba a ser el mismo que en citas anteriores: un continuismo del partido que llevaba «toda la vida» gobernando esa tierra. Los resultados no fueron buenos para los dos partidos mayoritarios, algo mejor para Ciudadanos y un fracaso para Podemos. Lo más sorprendente fue la irrupción con fuerza de un nuevo actor en la política: Vox. Por primera vez en la historia de la democracia en Andalucía la suma de los partidos de izquierda no era suficiente para formar gobierno. Las derechas representadas por tres formaciones desbancaron al PSOE. Era una oportunidad histórica que exigía paciencia y mucha capacidad de negociación y aguante.

¿Qué podemos aprender de este desenlace? La primera es que las tendencias electorales y el escenario político han cambiado radicalmente. No hay recuerdo de voto. Ni basta negociar con un partido para que apoye la formación de gobierno, es necesario tratar con al menos dos fuerzas políticas, quizás en Castilla y León con tres o cuatro. La segunda, en estos momentos la política es una ocupación para personas con vocación de servicio, capacidad de aguante, flexibilidad, con disposición para llegar a acuerdos en varias direcciones y con agilidad para situarse en diferentes escenarios. Quien no posea estas cualidades será muy difícil que pueda estar en política. La tercera, el partido que quiera gobernar, sea o no el que haya ganado las elecciones, se verá obligado a construir un gobierno basado en dos pilares diferentes pero necesarios. La imagen más gráfica es la del gobierno del PP en Andalucía que se desplaza sobre dos vías paralelas que no coinciden nunca y que no saben casi nada la una de la otra, pero el tren del gobierno avanza sobre ellas.

Establecer una negociación en dos escenarios y con dos partidos políticos que no se quieren ver y que se ignoran, no es tarea fácil. Mucho me temo que en Castilla y León esta situación se va a reproducir: gobierno de coalición con un partido y apoyo parlamentario de otro a la coalición de gobierno.

La pregunta es, ¿estamos preparados para desarrollar en Castilla y León una política de este tipo? Ya lo veremos. Pero la necesidad va a exigir que los líderes se pongan de acuerdo para formar un gobierno que garantice la estabilidad, la credibilidad y el desarrollo de la Comunidad durante, al menos, una legislatura. ´

El partido que quiera y pueda gobernar necesitará ceder en sus promesas y su proyecto. Tendrá que alejarse del maximalismo, para alcanzar lo posible que es siempre un equilibrio inestable y convergente entre distintas fuerzas. Así se podrán alcanzar pactos estables para gobernar. Después de las elecciones veremos un mapa político totalmente diferente. El partido político que sea capaz de construir esa vía con raíles que permiten avanzar a los diferentes gobiernos, regional, provincial y municipal, será el que conseguirá gobernar. Aquellas formaciones que sigan enrocadas en posiciones inflexibles, quedarán en la oposición.

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