«La Constitución es muy hermosa; que la cumplan»

Las clarisas del convento de Santa Isabel, de Valladolid, reclaman a los candidatos que «piensen en el bien común»

Dos clarisas pasean por el claustro del Convento de Santa Isabel F. HERAS

MONTSE SERRADOR

El convento de Santa Isabel de Hungría , en pleno centro de Valladolid, es un lugar obligado para vallisoletanos y forasteros que encuentran en su obrador «dulces tentaciones» a las que no es fácil resistirse. Dieciocho hermanas clarisas de vida contemplativa, seis de ellas extranjeras, mantienen un monasterio en el que custodian, además de un espectacular claustro, varios retablos con piezas de los imagineros castellanos Juan de Juni y Gregorio Fernández . Pero la paz y el silencio que se encuentra en el interior del cenobio, que ha celebrado la incorporación en el último año de cuatro monjas, no significa que sus moradoras no vivan la realidad de su nación, con todas sus dificultades y virtudes. Publicaciones más o menos periódicas, la radio y la televisión, limitadas a los espacios informativos, las mantienen al día de cuanto sucede en el mundo y de cómo España se enfrenta a una cita electoral del 28 de abril de la que deberá salir el próximo Gobierno.

La hermana Esther es la primera en recibir a los visitantes a los que surte de los dulces conventuales a través de una pequeña ventana. Cuando éstos ya no están, no tiene ningún reparo en hablar de política, así que arroja sus propias reflexiones sobre cómo «los políticos no deben tener ambiciones personales», o la obligación de que «seamos todos libres y con los mismos derechos », consciente de que «queremos libertad pero hay algunos grupos para los que la libertad es sólo para ellos».

»Preocupadas»

Desde la puerta que da acceso al interior de la residencia conventual, la madre abadesa, sor Isabel , señala un pequeño locutorio, nada que ver con aquellas lúgubres estancias de la clausura en las que la reja hacía casi imposible un contacto físico con las hermanas. Allí, la conversación fluye con naturalidad porque «estamos informadas» y se reconoce «preocupada» por cuanto sucede. Así, aunque muestra ciertos reparos porque «entiendo de política y leo, pero tampoco tengo muchos conocimientos para poder opinar, porque es un mundo muy distinto al que yo vivo», también deja claro que «la gente nos lo cuenta cuando viene a comprar y también lo vemos; no estamos cerradas ni despreocupadas y todo nos afecta» . Y es que Sor Isabel insiste en que en el Monasterio, las hermanas tienen los derechos y deberes de cualquier ciudadano, incluido el pago de los oportunos impuestos derivados de la actividad confitera. Por eso, como ciudadana y como religiosa, asegura que lo que más preocupa es que «no hay mucho respeto ni tolerancia y son las bases de la sociedad» . Tal es así que lamenta cómo «a nosotros cuando salimos a la calle también nos insultan, porque nos ven con hábito». Una situación que antes no se producía y de la que culpa, entre otras cosas, a una deficiente educación y a los problemas de la familia, «que está desestructurada».

Sor Isabel habla con mucha templanza y con voz aterciopelada, sin casi ser consciente de la importancia de su sencilla y rápida respuesta a la pregunta de qué pediría a los candidatos a la Presidencia del Gobierno: «Yo leo la Constitución y me parece muy hermosa; da un margen grande para el respeto, la tolerancia, la sanidad, la educación... Todo está ahí. Yo pediría que la cumplan». Para esta hermana Clarisa, es así de fácil: «No hacen falta tantas palabras bonitas porque ahí está todo. No digo que haya artículos que necesiten revisión, como todo, pero ahí está la libertad religiosa, de educación, personal, dice que todo español tiene derecho a un trabajo y a una casa». En este punto, Sor Isabel se detiene: «Eso es muy importante y no hace falta explicarlo en un programa. No hace falta que nos lo digan, hay que cumplirlo». Y recuerda emocionada que cuando tenía 23 años y se aprobó la Constitución, «me dio mucha alegría leer que todo español tiene derecho a un trabajo y a una casa. Si los políticos lo llevaran a cabo… No les pedimos más» . Sin embargo, insiste, «dicen palabras bonitas y muy bien escritas pero luego la realidad es bien distinta, cuando con palabras más sencillas y hechos mas concretos se harían más cosas».

La madre abadesa pone como ejemplo su propio monasterio donde las decisiones no las toma ella sola, sino toda la comunidad de religiosas. «Yo esperaba que los políticos hicieran algo parecido», asegura mientras insiste en que «el presidente del Gobierno, que lo es de todos los españoles, tiene que buscar el bien común ; eso es lo que echo de menos, que no hay un bien común», y explica cómo en su propia congregación religiosa «primero buscamos el bien de la Comunidad, luego el de la orden». «Me gustaría que los políticos buscaran más el bien general de la nación aunque sea una utopía», afirma, y señala que «no entiendo que se insulten en el Congreso de los Diputados ni esos debates tan absurdos».

De hecho, la madre abadesa percibe que «la gente está contra los políticos y parece que están muy desacreditados» . Y ella misma advierte de que «no veo mucha claridad de ideas». Y eso también complica la decisión de elegir la papeleta a las moradoras de un convento. «Yo a la hora de votar busco que haya respeto y tolerancia y eso es lo que le pido a un político», asegura, aunque matiza que «por supuesto, no vamos a votar ideas que vayan en contra de nuestra forma de ser o pensar».

Lo cierto es que también en el convento hay indecisas hasta el punto de que, señala sor Isabel, «si me dejase llevar igual no iría a votar, pero me parece que eso es una falta de responsabilidad y coherencia» . «Si no colaboro, luego no puedo quejarme pero también es una responsabilidad ir a votar», reflexiona, mientras comenta que en esta ocasión no está del todo decidido el voto porque hay más opciones que otras veces así que «no sabe una muy bien». Lo que tiene más que decidido es a quien no elegir.

A la derecha

La hermana Esther , sin embargo, lo tiene más claro, «siempre a la derecha», si bien prefiere no despejar cuál es su opción concreta. Eso sí, se muestra especialmente enfadada con la forma de actuar de los políticos. «Que cada uno explique su programa pero, por favor, que no insulten» , exclama. También critica que utilicen el «quítate tú para ponerme yo», cuando «hay que discernir y con mucho respeto y sabiduría buscar siempre el bien común». Sor Esther, a la que la clausura no le impide estar perfectamente informada de cuando sucede al otro lado de los muros del convento de Santa Isabel, se queja de que «los políticos no tienen claro lo que tienen que hacer y no cumplen». Por eso, s u petición a los candidatos es «que no tengan ambiciones personales» .

Un bien común en el que las hermanas incluyen la unidad de España y miran hacia Cataluña para lamentar que allí hay «mucha agresividad ». «Hay mucho de imponer y eso no es democracia», concluye la madre abadesa, mientras repite con dulzura que «todo está en la Constitución».

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