Condenan a Sacyl a pagar 290.000 euros a una paciente que perdió el útero en un legrado en Palencia

La sentencia considera que existió una negligencia médica al no utilizar el ecógrafo durante la intervención

Hospital de Palencia, en una imagen de archivo ICAL

ABC

El juzgado número tres de Palencia ha condenado a una aseguradora de Sacyl al pago de una indemnización de 290.000 euros a una mujer de 34 años que, tras un parto, perdió el útero y le fue arrancado el uréter en un legrado.

Los hechos se remontan al año 2015, cuando la mujer ingresó en el Hospital Río Carrión de Palencia para dar a luz a su hija. Tras el parto, la ginecóloga procedió a extraer de forma manual la placenta, sin que existan datos que justifiquen tal actuación, la cual sale «muy fragmentada», sin realizar ninguna comprobación posterior, para verificar que no hubiera quedado ningún resto en el útero.

La ginecóloga pauta ecografía de control previa al alta, la cual informa de que no existen restos placentarios, siendo entonces dada de alta la paciente. Esta ecografía, según se informa desde el Defensor del Paciente, fue erróneamente interpretada, pues como después se comprobaría, existían múltiples restos placentarios que precisaron de legrado uterino.

La mujer acude a Urgencias días después y una nueva ecografía donde se aprecia la presencia de restos placentarios y donde si determina la realización de legrado 48 horas después, citando a la paciente día 17 de abril de 2015. Ese legrado se realiza correctamente y Anatomía Patológica informa que se ha evacuado totalmente el útero sin lesión del mismo. Sin embargo, la paciente es sometida a un segundo legrado el día 20 de abril, tras realizar ecográfica en la que aparecen restos placentarios.

En este segundo legrado, donde se desencadena todo el problema. En este sentido, desde el Defensor del Paciente se destaca que en la hoja operatoria no consta la utilización del ecógrafo, lo que supuso una grave imprudencia, puesto que tratándose de una segunda cirugía en tres días, además del reciente parto, los tejidos eran más débiles, lo que incrementaba el riesgo de lesión.Así, al actuar a «ciegas» durante este legrado se perfora el útero y se arranca el uréter.

Consecuencia de las gravísimas lesiones, se debió practicar una histerectomía a la paciente, con una hemorragia incoercible, lo que se traduce en la pérdida de su facultad de fecundación. Además, el arrancamiento del uréter le supuso varias cirugías consecutivas hasta llegar a un autotrasplante de riñón,señalan fuentes del Defensor del Paciente.

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