La clase media del campo

El candidato del PP a la presidencia de la Junta de Castilla y León nos recordó en Zamora que quedan doscientos días para volver a las urnas y elegir a los representantes en los ayuntamientos, la Comunidad y en el Parlamento Europeo. Una cita con tres papeletas. El debate sobre el futuro de Castilla y León está abierto. Los candidatos y los partidos políticos hablan continuamente sobre los problemas de la Comunidad aportando soluciones, afinando las críticas y tratando de captar la confianza y el voto de los ciudadanos.

Uno de los temas recurrentes, aunque no se aluda siempre a él de forma directa, es el mundo rural. Machado, un sevillano enamorado de esta tierra, cantó con versos sublimes la belleza de nuestros campos que comparecen infinitos ante nuestra mirada. Castilla y León posee una gran riqueza y muchas oportunidades en el mundo rural. Los productos que nuestros agricultores cosechan de la tierra y que los ganaderos consiguen en sus cabañas compiten en los mercados más exigentes y, cuando se conocen, son apreciados en todo el mundo. El clima es, a veces, feroz, pero la tierra es generosa si se sabe cuidar y mimar. Nuestras gentes del campo llevan siglos protegiendo ese maravilloso tesoro que genera importantes beneficios. La economía de Castilla y León no se sustenta en la agricultura y la ganadería, pero ambas actividades pueden formar parte importante en una economía moderna que nos permita solventar de una vez importantes problemas como la despoblación y la atención sanitaria, que van a constituir dos de los grandes temas a debate en los próximos meses.

Politólogos y sociólogos coinciden en que la estabilidad de una sociedad la proporciona la clase media. Si un grupo social está dominado por una oligarquía económica que acapara los recursos y la riqueza, o la sociedad está compuesta por una población empobrecida carente de medios para subsistir, la estabilidad se convierte en inestabilidad y conflicto social. En Castilla y León inestabilidad y conflictividad se manifiestan en un progresivo abandono de las zonas rurales y, por tanto, de la actividad agropecuaria. ¿Cómo conseguir frenar esa sangría incesante y revitalizar la vida y la actividad económica del campo que cantó Machado? La respuesta es creando las condiciones para que vaya creciendo y consolidándose una clase media que se establezca y perdure en los pueblos. Para atraer población los gobiernos tienen que tomar medidas. Es urgente y necesario cambiar la imagen del mundo rural y convertirlo en algo muy atractivo, que se vea como un mundo lleno de posibilidades para construir y desarrollar un proyecto de vida. Ese cambio de percepción y de valoración exige políticas de mejora y de acondicionamiento de las condiciones de vida de los pueblos. Lo primero que se necesita es reconocer la labor de nuestros agricultores y ganaderos. Después crear infraestructuras de comunicación terrestre y de internet que permitan dar a conocer los productos, comercializarlos y llevarlos a cualquier mercado del mundo. Mejorar la relación directa productor cliente final tratando de minimizar la influencia del mediador e intermediario en el precio final.

Crear una red de asistencia sanitaria de calidad para las personas. Una sanidad animal, unos controles de calidad y una transferencia de la investigación a la actividad agropecuaria que mejore los productos y los servicios. Por eso es necesario exigir a todos los partidos políticos, a todos los candidatos, unas propuestas claras, realistas y posibles para mejorar la vida y la actividad económica del mundo rural. Y éstas tienen que ir encaminadas directamente a crear una clase media en los pueblos que genere estabilidad y riqueza. Para eso se necesita un cambio de mentalidad y de apreciación, que se genere el orgullo de pertenecer a un mundo tan importante como el urbano, y consiga superar la dialéctica perversa, estéril y falsa del campo contra ciudad y viceversa.