Sociedad

A la caza y captura del joven capital humano fugado

Fueron muchos los jóvenes que con la crisis decidieron poner rumbo al extranjero en busca de un futuro profesional. Ahora, con la mejora de la economía, las administraciones se afanan en atraer a los talentos huídos a través de ayudas

Sara Barriuso es una joven burgalesa que ha regresado a su tierras tras emigrar a Chile

M. SERRADOR / H. DÍAZ

Fueron muchos los jóvenes castellano y leoneses que con el comienzo de la crisis decidieron poner rumbo al extranjero en busca de un futuro profesional. Hoy, con la mejora de la situación económica, empiezan a retornar a sus lugares de origen o, al menos, eso se desprende de la acogida que está teniendo la línea de ayudas de la Consejería de la Presidencia que el pasado ejercicio ya vio incrementado su presupuesto y que en el presente se eleva a los 138.000 euros. Una cantidad que se podría aumentar ya que, si hay más solicitudes se amplía, como ya ocurrió en 2016, cuando se superaron los 76.000 euros previstos. Ese año, un centenar de jóvenes volvieron a Castilla y León y fueron beneficiarios de estas ayudas -pueden recibir un mínimo de 1.500 euros y un máximo de 3.000 si inician una actividad por cuenta propia y son menores de 36 años-, mientras que en el actual, hasta septiembre se habían tramitado 70 solicitudes y queda aún el empujón final, ya que el plazo para los que opten por volver y ser autónomos finaliza hoy.

El secretario general de la Consejería de la Presidencia, José Manuel Herrero, aseguró a ABC que «se han superado las expectativas» con una iniciativa que busca «facilitar las cosas a aquellas personas que quieran volver», de ahí que no sólo se ayude para el viaje de regreso, sino que, además, se apoya especialmente a quienes quieran iniciar una actividad por cuenta propia.

Quienes están volviendo a la comunidad son, sobre todo jóvenes, una buena parte con estudios universitarios, que se fueron cuando comenzó la crisis, la mayoría con destino Europa

Lo cierto es que, según explica Herrero, quienes están volviendo a la comunidad son, sobre todo, jóvenes, una buena parte con estudios universitarios , que se fueron cuando comenzó la crisis, la mayoría con destino Europa. Informó, además, de que hasta mediados de septiembre se habían presentado 128 solicitudes para acogerse a la línea de ayudas, de las que 91 son menores de 31 años. El mayor número de retornados lo hace a Burgos, Valladolid y León, Así, de las 83 peticiones tramitadas, tres son de Ávila; 27 de Burgos; 13 de León; tres de Palencia; otras tantas de Salamanca; dos de Segovia; una de Soria; 21 de Valladolid y 10 de Zamora.

Herrero insiste en que «si se agotan las posibilidades presupuestarias se ampliarán para dar respuesta a todas las necesidades». Los retornados, además, disponen de otros beneficios, como el hecho de que sea un colectivo prioritario dentro del Plan de Empleo, o que se prime a las empresas que contraten a trabajadores que han regresado de otros países. Además, en 2017 se han introducido una serie de cambios en la convocatoria para ofrecer una ayuda a quienes hubieran vuelto recientemente, así como a los retornados que se hayan constituido como autónomos, trabajadores por cuenta propia o miembros de una sociedad laboral o cooperativa.

Valladolid, pionera

Otro de los programas que está recogiendo ya sus primeros frutos en esa recuperación de cerebros fugados es el Plan de Retorno del Ayuntamiento de Valladolid . Pionero cuando se aprobó, allá por abril, su objetivo no es otro que rescatar a esas «muchas personas que están aportando sus conocimientos para otra sociedad que no es la nuestra», señala el concejal Antonio Gato, quien destaca que una de las particularidades del mismo, además de elevadas cuantías (dotado de 500.000 euros repartidos en tres líneas, más 220.000 comprometidos para 2018), es que «nosotros queremos ser parte de la decisión», de ahí que además de los incentivos para que las empresas contraten a estas personas o para aquellos que quieran montar su propio negocio, incluye subvenciones para gastos de desplazamiento, mudanza y alojamiento.

Hasta la fecha, el balance del plan, en el que se han fijado otras administraciones locales como Valencia, Barcelona o Castellón, es «positivo», apunta Gato, quien detalla que ya son cuatro las solicitudes de personas que quieren montar en Valladolid su negocio «y otras dos o tres empresas que quieren contratar» -el plan dispone de una web que pone en contacto a empresas con personal que quiere volver-. La fecha de finalización de solicitudes de esta convocatoria es el 30 de octubre.

Julián Pérez, en su nuevo puesto de trabajo en Valladolid, tras más de una década en Irlanda F. HERAS

El caso de Julián y de Sara

Al comenzar el año, había registrados 17.494 castellano y leoneses en el exterior, de los que 108,039 residen en América y 59.270 en Europa. Dos de ellos, ahora ya de vuelta a Castilla y León son el ingeniero industrial vallisoletano Julián Pérez Madrigal y la también ingeniera Sara Barriuso.

«Hay gente muy preparada en el extranjero que necesita un atractivo ‘extra’ para venir»

Julián se marchó en 2004, en pleno boom inmobiliario, «un poco cansado de España» y con el deseo de «tener la oportunidad de vivir en un país extranjero para aprender otro idioma». Eligió Irlanda, por su parecido cultural con España, y en concreto, Galway, una ciudad al oeste del país. Los comienzos no fueron sencillos -su primer trabajo fue en la calle con una señala apuntando a un bar-, pero con el tiempo, Julián Pérez Madrigal, ingeniero industrial , acabó trabajando en los suyo en una empresa de instrumentación médica. «Primero, como ‘operator’, después como técnico y terminé de ingeniero de I+D».

«Comencé a mandar currículum a empresas de toda España y tuve la suerte de que precisamente una vallisoletana se fijara en mí»

Pese a que define la experiencia como «inmensamente buena en todos los sentidos, personal y profesionalmente», hubo un momento en el que «empezaron a sonar las alarmas dentro de mí; ya no me encontraba tan feliz en Irlanda y como tengo ya 46 años pensé si realmente quería terminar allí mi vida laboral». Fue cuando leyó por primera vez del Plan de Retorno de Valladolid en un periódico «on line». «Yo ya había tomado la decisión de irme. De hecho, había dejado la empresa en la que trabajaba y había comenzado a hacer un curso de diseño en tres dimensiones con el fin de reciclarme. Así que pensé, para adelante. Comencé a mandar currículum a empresas de toda España y tuve la suerte de que precisamente una vallisoletana se fijara en mí».

La empresa en cuestión es AMG , una de las más longevas en el mundo de la informática en Valladolid, y en concreto, desde el pasado 21 de agosto, Julián trabaja para un proyecto de desarrollo de pantallas, para los autobuses de Madrid. Del programa del Ayuntamiento destaca el hecho de esté dirigido a gente titulada porque insiste, «en Irlanda he coincidido con ingenieros españoles preparadísimos. Gente que le gustaría regresar pero no vienen porque ni profesional ni económicamente van a encontrar aquí lo que tienen allí, por lo que necesitarían un ‘extra’ para atraerlos».

«De los 12 amigos que estábamos en Chile, sólo quedan cuatro»

El caso de Sara es algo distinto. Cuando Sara Barriuso acabó sus estudios de Ingeniería Electrónica, empezaba la larga travesía del desierto en la que se convirtió la crisis económica. Con pocas expectativas laborales, peor aún en el caso de su compañero sentimental, ingeniero de caminos, optó por poner rumbo a Londres para perfeccionar el inglés y, de paso, hacer prácticas laborales. Cuatro meses después regresó a Burgos, su lugar de residencia, pero la pareja ya tenía una decisión tomada: saltarían el Atlántico rumbo a Chile. Y así lo hicieron en noviembre de 2012, con una idea clara, la de permanecer juntos y encontrar un empleo allende de los mares, así que se presentaron en el país andino sin nada que no fuese buenos deseos.

«Estuvimos mes y medio de papeleo», relata Sara, pero pasado ese tiempo «teníamos trabajo los dos, cada uno en lo suyo». Así que esta joven burgalesa empezó con un primer empleo como ingeniera electrónica para diseñar sistemas de seguridad pero con la idea de entrar en el sector de la energía renovable, cosa que consiguió un año y medio después, al empezar a trabajar en una empresa fotovoltaica. Sin embargo, como «la tierra es la tierra», Sara y su novio continuaron enviando currículum a Burgos , hasta que David obtuvo una respuesta positiva. Fue el momento de volver a dar el salto, conscientes de que la situación económica en España era mejor. Sara llegó en junio a la capital burgalesa y David lo hizo en abril. Se ha hecho autónoma y puede seguir trabajando para la misma empresa chilena vía telemática. Desde que ha llegado, «veo más movimiento», asegura, algo que corrobora el hecho de que cuando ella retornó, lo hicieron otros cuatro amigos que también residían en Chile. Es más, «de los 12 que se encontraban en el país, hoy sólo quedan cuatro».

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