Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Casi, al fin, Semana Santa

«Los pregones ya no son lo que eran y hasta la Semana Santa hay que entenderla en clave electoral»

F. BLANCO

Otro año, casi, nuevamente es al fin Semana Santa. Y Valladolid piensa en procesiones y en hachones al aire del Viernes Santo mientras las tardes se alargan y el tiempo se acorta. Un tiempo donde Valladolid y todo su barroquismo de historia y de siglos enmudecen para rezar hacia dentro, como reza esta tierra. Una ciudad por la que pasa el tiempo y la Semana Santa sigue siendo «pura maravilla de arte». Aquel verso que escribió Ángel de Pablos y que cobra sentido, nuevamente, cada primavera.

En Valladolid hay ganas de Semana Santa, el pulso se aprieta, Las iglesias más altas, las tallas más cerca… Por eso ayer se dieron cita para la presentación del cartel y el anuncio del pregonero de este año autoridades civiles, militares y «capillitas» en el Ayuntamiento. Porque ser «capillita» en la Semana Santa de Valladolid es un galón que llevan prendido al alma. Los «capillitas», que como dijo en su glosa la periodista de ABC Montse Serrador «son una figura extraña» para los que todo el año es Semana Santa. Casi una cofradía más dentro de la Semana de Pasión, Muerte y Resurrección. Con sus procesionar de regla todos los días y a todas horas y también con sus jerarquías.

Fue una glosa de prosa limpia, de periodista fina y mirada trascendente. Una glosa que puso en marcha la procesión de apenas ochenta días que quedan para el Domingo de Ramos. Estación tras estación y palabra tras palabra. Un pregón pequeño. Así Montse Serrador levantaba a pulso sus palabras y sus convicciones, prendiendo hachones y conciencias porque el calendario vuela y otro año, nuevamente, casi es Semana Santa. Fue una glosa valiente y esto conviene reseñarlo cuando estamos saturados de discursos modositos. ¡Se hace extraño! Más cuando se habla de Semana Santa, que no son únicamente cifras de turistas (aunque a muchos políticos les gustaría que se resumiera en esto), sino que se trata del gran espectáculo de la cristiandad. Y Valladolid, hecha templo, procesionando hacia dentro, el lugar «donde la redención se hace carne en la madera«. Una ciudad hecha templo que le han encomendado pregonar en esta ocasión a Nacho Foces, que viene con las credenciales de haber pregonado en las dos Medinas.

Semana Santa de excepción la de estos lares con ínclitos pregoneros: escritores y poetas. Una lista que va sumando grandes nombres ya con mucha más calma que antaño, como si los responsables de elegirlos tuvieran miedo de que se les fueran gastar y no a morir. Una lista que el año pasado le debía un hueco, y se lo hizo, a Ángel María de Pablos y que, otro año nuevamente, se lo deja a deber a José Delfín Val. Pero los pregones ya no son lo que eran y hasta la Semana Santa hay que entenderla en clave electoral.

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