Cultura

Carlos Aganzo, palabra y verso en 30 años de poesía

El poeta y director de «El Norte de Castilla presenta en Valladolid su antología, «Ícaro en los ojos (1983-2004)»

Carlos Aganzo (centro), durante la presentación de su libro en Valladolid F. HERAS

ABC.ES

La palabra revestida en forma de verso amalgama a un tiempo estética y mensaje como ocurre con «Ícaro en los ojos (1983-2004)», una antología de la obra poética de Carlos Aganzo que presenta esta tarde en el Círculo de Recreo de Valladolid, la ciudad donde dirige el diario «El Norte de Castilla».

Diez poemarios jalonan la trayectoria de este creador que en 2010 fue distinguido con el prestigioso Premio Jaime Gil de Biedma por «Las voces encendidas», donde se aprecia "una poesía más social, arraigada en la actualidad, de denuncia y protesta", ha explicado ayer a Efe el filólogo Fernando Conde.

No obstante, «en este periodo se observan muchas llamadas a la historia y a la mitología grecorromana», ha añadido Conde, que esta tarde presentará «Ícaro en los ojos (1983-2004)» en el Círculo de Recreo de la capital vallisoletana.

De esta época, una de las tres en que ha dividido la producción de Carlos Aganzo, forman parte su último libro hasta la fecha, «En la región de Nod» (2014), además de «La flauta de los bárbaros» (2012) y «Caídos ángeles» (2008) que es, en su opinión, «un libro arriesgado» donde emergen como protagonistas «algunos personajes desagradables para el lector».

El propio autor ha seleccionado los poemas de esta antología, editada por Vitruvio , y a la que en breve seguirá una nueva, ha anunciado Conde, quien ha delimitado una fase intermedia en la poesía de Aganzo entre «Manantiales» (2002) y «La hora de los juncos» (2006), con la naturaleza como protagonista.

«Como si yo existiera» (2004) es el tercer y último eslabón de este momento intermedio donde la palabra poética de Aganzo «irrumpe más desnuda de imágenes, más directa», más desposeída de artificio «a medida que crece como poeta».

Sus versos gozan en esos años de «una mayor potencia en el fondo, en la palabra y en el ritmo: están muy bien medidos».

Época iniciática

La desigualdad en formas, temática y ritmos remiten a la "búsqueda de una voz propia» en su época iniciática, acotada entre la inaugural «Canto carnal» (1983) y «Ese lado violeta de las cosas» (1998) y caracterizada por «imágenes muy potentes, ornamentos y muchas metáforas».

Al margen del tránsito y evolución poéticos, en la lírica de Aganzo siempre ha destacado un acento místico importado desde la obra de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, dos de sus poetas predilectos.

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