Roberto Polo se trasladará a vivir a una casa del Casco Histórico de Toledo

La azarosa vida del filántropo y mecenas cubano-estadounidense

Roberto Polo (ARQUITECTOS FRADE)
Valle Sánchez

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Roberto Polo (La Habana, Cuba, 1951) va a trasladar en unas semanas su residencia a la ciudad de Toledo y, en concreto, al Casco Histórico. Este historiador y teórico del arte, coleccionista, asesor, conocedor y mecenas, como le define la Wikipedia, deja Bruselas y su casa de la Rue du Lombard, para estar cerca de su colección, una noticia que, según asegura a ABC el viceconsejero de Cultura, J esús Carrascosa , «es un valor añadido» porque va a crear un núcleo de arte en torno a su proyecto muy interesante que vendrá, incluso, a impulsar el mundo cultural de la ciudad y va a ayudar «a que todo el panorama se mueva y mejore».

Carrascosa le define como un hombre duro en la negociación, pero muy accesible, educado y sensible. «Le envolvimos el paquete, le enseñamos Toledo y Cuenca y todo lo mejor que tenemos, y se fue admirado de lo que vio. Le ganamos el corazón y, una vez que le ganamos el corazón, le ganamos la cabeza y luego los cuadros». El consejero Ángel Felpeto le define, por su parte, como «un hombre que ama el arte y la cultura, alguien que mira al futuro desde la innovación, la audacia y la modernidad».

Lo cierto es que la figura de Roberto Polo no deja indiferente, con una vida azarosa, con luces y sombras, con muchos éxitos y algún fracaso. Conocido como The Eye (el ojo), por su capacidad para comprar y descubrir obras de arte adelantándose a las tendencias del mercado, es titular de una colección integrada por más de 7.000 obras de arte moderno y contemporáneo de un valor cultural excepcional. Este coleccionista compulsivo creó en los años 70 un departamento de inversiones en arte en Citibank, en Nueva York, y, después se estableció por su cuenta como de inversiones independientes en arte y piedras preciosas y fue accionista de la famosa casa de subastas Sotheby’s. En 1988, Francia le otorgó la medalla de Comandante de la Orden de las Artes y las Letras, por sus numerosas contribuciones a la cultura y el arte francés. Ese mismo año, dos clientes le demandaron desde México por «gestión desleal» reclamándole 120 millones de dólares, un caso que le llevó a prisión durante dos años. De este tropiezo salió reforzado y resurgió de sus cenizas, recuperó la credibilidad y a sus clientes. Además, rehizo una nueva colección de objetos artísticos y pintura, de la que una parte llegará a Toledo y Cuenca.

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