Antonio Mercero: «No tardaremos mucho en ver a un transexual en la Policía Nacional»

El escritor madrileño, hijo del conocido cineasta homónimo, presenta su novela negra «El caso de las japonesas muertas» este jueves, a las 19.30 horas, en la Librería Taiga de Toledo

El escritor madrieño Antonio Mercero, autor de la novela negra «El caso de las japonesas muertas»
Mariano Cebrián

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Carlos Luna ya quedó atrás. Ahora es Sofía Luna, tras un cambio de sexo, la que vuelve a la comisaría para investigar una serie de asesinatos de turistas japonesas. Esta transexual, inspectora de homicidios en la Policía Nacional de Madrid, se va adaptando poco a poco a su nuevo cuerpo al mismo tiempo que la sociedad comienza a aceptarla. Pero se tendrá que enfrentar a una serie de contradicciones vitales durante su investigación policial. Esto es lo que narra en su última novela, «El caso de las japonesas muertas» (Alfaguara), Antonio Mercero (Madrid, 1969). Hijo del conocido cineasta y guionista homónimo , llega este jueves a Toledo para presentar esta segunda entrega de su serie de género negro, después de su exitosa opera prima, «El final del hombre». La cita será este jueves, a partir de las 19.30 horas, en la Librería Taiga (Travesía Gregorio Ramírez, 2) dentro de su Club de Novela Negra.

¿Qué hay detrás del protagonista de sus novelas?

El personaje de un transexual, como es el caso de Carlos Luna, que comienza siendo hombre y termina como mujer, llamándose Sofía Luna, simboliza muy bien el cambio que se está produciendo en la sociedad, del paradigma entre sexos. Se está pasando de una sociedad tremendamente machista a una sociedad más igualitaria con el auge del feminismo, que está muy efervescente. Aparte de todo esto, me parece un personaje arrebatador por todos los conflictos que lleva dentro, con cambio de sexo incluido y unos cambios hormonales bestiales, que le dificultan realizar bien su trabajo de inspectora de policía de homicidios.

¿Cuál es el origen de esta ocurrencia?

La idea tiene una inspiración real, ya que surgió de lo que me contó una amiga mía que vive en Londres y que hace coros con minorías sociales. Uno de los integrantes que conoció era una mujer transexual que trabajaba de policía. Pero, por lo que me contó, el caso de esta mujer era más agudo que el de Sofía Luna, ya que sufrió una serie de humillaciones y apuros que yo las he matizado un poco en mis novelas.

¿Considera este enfoque como algo revolucionario u original?

Se puede considerar como algo original e incluso transgresor porque sí que soy pionero en la elección de un personaje así, una transexual inspectora de homicidios como protagonista de una novela negra, que creo que es un tema que no se ha tocado antes en literatura. Los transexuales sí que han aparecido en otras obras literarias y en el cine, como en las películas de Pedro Almodóvar, como personajes secundarios y siempre con un cierto exotismo. Yo he prescindido de todo eso y me he acercado al personaje desde el realismo y la naturalidad. Yo no he querido tratar al transexual como un animal de laboratorio, ya que considero que hay que comenzar a normalizar su papel en la sociedad. Conozco a mucha gente de este colectivo y lo que están deseando es que se normalice su situación y, en cierto modo, «invisibilizarse».

Donde supongo que aún será más chocante aún ver a una inspectora de policía transexual es precisamente en su ámbito laboral. ¿Cree que sigue habiendo mucho machismo en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado?

Yo creo que la percepción que hay son de instituciones viriles, tirando a machistas, a pesar de que en ellas están entrando cada vez más mujeres. Pero también es verdad que, del mismo modo que está cambiando la sociedad, están cambiando las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. A todo el mundo le cuesta aceptar los cambios sociales, pero en mis dos novelas negras sobre Sofía Luna lo que prevalece es la tolerancia. De hecho, lo que pretendo con ellas es confrontar al lector con su propia tolerancia ante este tema, ya que considera que la tolerancia es fácil invocarla, pero no es tan fácil ejercerla.

¿Cree que algún día podremos ver a una transexual como Sofía Luna dentro de la Policía Nacional?

Sí, no tengo ninguna duda. No tardaremos mucho en ver a un transexual en la Policía Nacional, ya que es una institución que está avanzando bastante en la normalización de éste y otros colectivos, y en derechos sociales. De momento, no conozco casos de transexuales dentro de la Policía Nacional, aunque sí en el Ejército, en la Guardia Civil y en los Mossos d'Esquadra

Sociedad hipersexualizada

Otro de los temas que aparece en la novela, con el asesinato en Madrid de una serie de jóvenes japonesas que apuestan por no tener relaciones sexuales, es precisamente ese, el de la asexualidad. ¿Cómo se entiende esta temática en una sociedad tan hipersexualizada como la nuestra?

La protagonista arranca la novela ya operada y con un aparato genital femenino funcional, pero tiene muchos problemas para integrarse en la vida sexual. No consigue funcionar como una mujer en muchos aspectos, tanto en el aspecto psicológico como en el social y obviamente tampoco en el plano sexual. Por eso, me pareció que le venía muy bien que Sofía Luna tuviera que enfrentarse a un colectivo como el de los asexuales, muy poco conocido en España pero sí en Japón, que son personas con muy poco o ningún deseo sexual, es decir, que no consideran el sexo como algo importante en su vida. Me gustaba que mi personaje reflexionara sobre la importancia que tiene el sexo en su vida y en algunos casos llega a envidiar a este colectivo. Pero es curioso que, por muy pisoteado que se sienta alguien, siempre habrá otra persona o, en este caso, otro colectivo, que lo esté pasando peor que tú.

¿Qué tiene el género negro, que sirve para denunciar tanto la corrupción como los problemas que tiene una policía transexual en el mundo que le rodea?

Parece que una de las tres patas importantes de una novela negra es el contexto, la atmósfera que la rodea, luego va el protagonista y, por último, la crítica social, que es esencial dentro de este género. Lo más típico, dentro de este género, es una crítica de la desigualdad social o de la corrupción que se da en las instituciones, en la judicatura o en la propios cuerpos policiales. Pero, en mi opinión, hay otros muchos temas de reflexión posibles dentro de la novela negra, como el machismo, algo que se ve en mi primera novela, «El final del hombre», o la hipersexualidad en esta segunda, «El caso de las japonesas muertas». Por eso, yo creo que este género es muy útil para expresar lo que te parece el mundo.

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