Toros

«¿Preparado para la muerte? No lo pienso; si lo hiciera no saldría a torear»

Juan del Álamo es uno de los toreros con mayor proyección. El año pasado vivió el cielo y el infierno: nueve días después de abrir la Puerta Grande en Madrid, vio morir a Fandiño en Francia

Juan del Álamo, en los pasillos de la plaza de toros de Toledo. El 24 de marzo hará el paseíllo en el coso de Mendigorría por primera vez, en la corrida en favor de Aspaym, con Eugenio de Mora y Román completando el cartel ANA PÉREZ HERRERA
Juan Antonio Pérez

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Jonathan Sánchez Peix (Ciudad Rodrigo, 1991), Juan del Álamo en los carteles, se asomó por primera vez el miércoles a la plaza de toros de Toledo. Era de noche y hacía fresco. «¡Qué grande es el ruedo!» , dijo sorprendido. No obstante, el anillo de Mendigorría es el segundo más grande de España, solo superado por el de El Puerto de Santa María.

El torero acudió a la llamada de la peña «El Trapío» , que esta semana ha celebrado sus jornadas taurinas, en calidad de triunfador de la última feria de San Isidro de Madrid. De Las Ventas salió a hombros el año pasado en la que fue su mejor temporada. Criado en una familia con gran afición, uno de sus hermanos, David, quiso ser torero y lo intentó en las capeas. A la manera antigua. Ahora es banderillero. Del Álamo se formó en la Escuela Taurina de Salamanca y el 24 de marzo debutará en Toledo, en la corrida a favor de Aspaym.

—Acaba de terminar el Carnaval del Toro de su Ciudad Rodrigo natal, donde se celebran muchos festejos populares. Mientras los de este tipo están en auge, los denominados mayores, como las corridas y novilladas, luchan por mantenerse, ¿a qué cree que se debe?

—El mundo del toro está en un momento delicado y estamos sufriendo todo el sector: empresarios, toreros, ganaderos… Sobre todo es por la economía, ahora hay menos márgenes.

—Con 19 años fue el líder de los novilleros y tomó la alternativa, pero no fue hasta el año pasado, con 25, cuando explotó. ¿Las cosas van demasiado rápidas o lentas?

—Yo vivo la vida con la máxima entrega que puedo y de unos años para acá siento que las cosas van más rápidas, pero no me paro a pensar tampoco en ello. Trato de disfrutar cada momento al máximo.

—Los toreros viven en una montaña rusa. El año pasado, nueve días después de abrir la Puerta Grande en Madrid, un toro que le correspondía a usted mató a Iván Fandiño en Francia (en el pueblo de Aire sur l’Adour). ¿Cómo lo vivió?

—En el momento en el que se produjo el percance no fuimos conscientes de su gravedad. Nos enteramos unas horas después, en el hotel, y fue un golpe que no te esperas. No lo asimilas, te cuesta aceptar que es verdad. Recordar que tu vida se puede ir en un segundo se te hace muy duro, pero ahí está también la grandeza de los toreros. Lo que hacemos es único y muy pocas personas viven la vida de los toreros. Uno se tiene que sentir triste, pero a la vez orgulloso.

—¿Un torero está preparado para la muerte?

—La verdad es que no lo pienso; si lo hiciera no saldría a torear. Lo que sí siento cada vez que me visto de luces es que me puede coger un toro, pero intento no pensarlo.

—El año pasado nació su primer hijo. ¿Le ha hecho replantearse algunas cosas y afrontar su profesión de otra forma o no?

—Tener un hijo es una experiencia única, y como todas las cosas bonitas que me han pasado en la vida, lo que ha provocado es que me ilusione todavía más. Mi vida ha cambiado para mejor, tener un hijo te aporta mucha felicidad.

—En los últimos años su número de corridas toreadas permanece estable, entre 20 y 25 por temporada. ¿Qué lugar cree que ocupa en el escalafón?

—Es una pregunta que nunca me he planteado. No me gusta posicionarme en ningún lado. Para eso está la afición, los críticos o las empresas. Me considero un torero importante, que tiene que estar en las ferias y con un concepto bueno que puede aportar mucho a la tauromaquia.

—Hay una serie de toreros jóvenes que nada más tomar la alternativa se han posicionado en los mejores carteles. ¿No se siente un poco discriminado por llevar más años (tomó la alternativa en 2011) y estar costándole más que a otros que quizá han demostrado menos?

—Cada torero tiene una carrera diferente. Yo he ido progresando cada vez más y estoy muy contento. Mi carrera a lo mejor tiene de malo que no fue una explosión desde el principio, pero sí que en todos estos años he crecido mucho, he madurado, y ahora estoy a un nivel importante para competir con los toreros que están ahí arriba.

—Ya se conocen los carteles de las primeras grandes ferias como Valencia o Sevilla, y usted no está en ellos. ¿Algo qué decir?

—Quizá este año, más que ninguno, merecía estar. Mi carrera ha ido de manera independiente y siempre me he tenido que ganar los triunfos; en mi caso, en Madrid. Este año no será diferente, pero eso no quita que me duela no estar en Valencia o Sevilla.

—¿Está cansado de que cada año su temporada dependa de lo que haga en Madrid en 20 minutos?

—Es lo que ha tocado y no se me ha hecho duro porque hasta ahora ha sido la única opción. Yo me lo he creído y ahí he ido navegando.

—La última. ¿Qué época del año disfruta más un torero: el verano, cuando torea; el otoño, cuando pierde de vista al toro; el invierno, cuando se prepara en el campo; o la primavera, cuando se comienza de nuevo?

—Depende de las circunstancias del momento. Hay rachas muy buenas en la temporada en las que disfruto al máximo. También se disfruta en el invierno, pero creo que un torero cuando más lo hace es toreando.

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