Javier Urra: «Tenemos una sociedad de niños tontos..., más que setas»

El psicólogo forense recomienda en Toledo a los padres que no se dejen chantajear por sus hijos y a los docentes, que actúen con «auctoritas»

Javier Urra, durante su charla Ana Pérez Herrera
Manuel Moreno

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El psicólogo forense Javier Urra (Estella, 1957) es un gran monologuista: relata verdades como puños, que salpica con chistes, chismes y entretenidas anécdotas recopiladas a lo largo de su dilatada experiencia con menores. A sus 60 años, este tipo irónico, de mostacho cano y prominente, que se describe como «muy optimista», se ríe de sí mismo, de sus defectos, de su barriga y hasta de su sombra, si es necesario, aunque no deja de abrir los ojos a quien quiere escucharle.

Este miércoles, en el colegio católico Medalla Milagrosa de Toledo, ha dado una lección, o varias, con su conferencia «Educar para con-vivir», en la que ha pedido a los padres que no se dejen chantajear por sus hijos, que los profesores actúen con «auctoritas» y que «si tenéis algún amigo que no se ríe nunca, dejarlo; hay gente que no ríe nunca; peligroso». Delante de la directora titular del centro, sor María Soledad Cobreros , y la periodista María Ángeles Fernández - vicepresidenta de la AMPA-, Urra también ha dejado otro titular:«Tenemos una sociedad de niños tontos..., más que setas», debido a la educación proteccionista que están recibiendo en muchos casos.

Para introducir el tema, el primer defensor del menor de la Comunidad de Madrid utilizó la figura del piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, a quien escuchó una frase que dijo en televisión no hace mucho tiempo: «No le debo nada a nadie». Según Urra, el deportista asturiano «se equivoca» porque «debemos todo a todos, a los que nos acompañaron, a los que nos acompañan y a los que nos acompañarán». Como caso radicalmente opuesto citó la relación de los tenistas Nadal y Federer, «que ganan, pierden, son amigos, disfrutan..., son geniales».

El psicólogo, que empleó un lenguaje sencillo y familiar durante más de una hora y media, aludió también a los comportamientos incoherentes de algunos padres cuando dan consejos a sus hijos: aquellos que les dicen que sean honestos pero no hacen la declaración de la Renta, o aquellos otros que piden a sus vástagos que sean respetuosos con las personas pero están «de putas» todos los días. O la idea pavorosa que ciertos progenitores inculcan a sus retoños: «Tú tienes ese profesor porque tus padres le pagan». «Si hay alguien que se lleva folios de su trabajo, ese es un corrupto», soltó en otro momento de su amena intervención.

Ángeles Fernández y sor María Soledad escuchan al psicólogo Ana Pérez Herrera

Urra, que no se mordió la lengua a pesar de proclamarse religioso ante el auditorio, se refirió varias veces a «la Manada», el grupo de cinco individuos acusados de una violación múltiple a una chica en Pamplona durante las Fiestas de San Fermín de 2016 . «No todos somos iguales. El abogado de algunos de ellos dice que, en todo caso, son buenos hijos. Pues no me gustaría tener un hijo así». «En esta sociedad se quiere confundir entre lo que está bien y lo que está mal», afirmó antes de reclamar que «hay que ser moral y ético».

Llamó igualmente la atención de los adolescentes del auditorio para que no confundan querer y amar. Esto último es «dar algo a fondo perdido». Y lanzó el dato de una encuesta: el 33 por ciento de los chicos cree que los celos son una prueba de amor. «Error», aseguró. «Hay chavales que creen que por que les guste alguien tienen que ser correspondido igualmente», puso también como ejemplo.

Esta línea argumental le sirvió para introducir un alegato en contra la violencia de género: «Algo no funciona cuando los hombres tenemos algo de riesgo en la calle y las mujeres mucho más riesgo en el hogar». La frase le dio pie a criticar la forma de instruir en muchas casas, todavía a esta altura de la película : «A los niños se les educa para que todo sea para ellos mismos y a las niñas, para servir a los demás». Por tanto, no es de extrañar que el hombre que asesina a su pareja «es porque ha vivido de manera que ha convertido a su mujer en un guiñol». Por eso, recomendó «amor y respeto para no levantar la mano al otro».

No obstante, aclaró en este sentido que la violencia filio parental (pegar a los padres) no es violencia de género, si bien aseguró que «el hijo que agrede a sus padres lo hará con su pareja». Y criticó «al grupo de iguales que se ponen de perfil» ante situaciones injustas. «La vida es valor», aseveró.

Cansado de las albóndigas

El hartazgo que Urra cogió a las albóndigas cuando terminó de estudiar en un colegio Marista, aunque volvió a comerlas este miércoles antes de la conferencia, fue aprovechado por el pedagogo terapeuta para deslizar otro pensamiento: «La gente cambia con el tiempo». Y pidió al público que perdone al prójimo -«que no es lo mismo que olvidar», aclaró-, aunque insistió en que tan importante es perdonar como «dejarse perdonar».

Recalcó que «la vida es adaptarse», y también es azarosa, si bien reivindicó la voluntad, el esfuerzo y la formación para lograr objetivos. «Hay gente que no le pone ganas a las cosas. Está muerta en vida», ilustró.

Con un verbo didáctico, Urra enlazó esos pensamientos con los chavales narcisistas -«y gente mayor, que también la hay»-, que se miran al espejo «pero no se ven». « Se nace solo, se vive solo y se muere solo, aunque se vive con... », reflexionó.

Sobre los suicidios juveniles, afirmó que «estamos haciendo jóvenes de cristal», a los que no se les enseña que la vida no es justa, que «el ser humano no es perfecto, no somos ángeles».

Al psicólogo, que habló también de algunos de los libros que está escribiendo, le da miedo los chavales que caminan con sus cascos por las calles oyendo música, pero «no escuchan el silencio». Y volvió a hablar del esfuerzo. «Estamos haciendo una sociedad blandengue. Tenemos una cantidad de niños tontos..., más que setas», añadió. Luego preguntó a los padres por qué se dejan chantajear por sus hijos. «Si protegéis a los niños, tendremos bonsáis y no árboles», consideró. «Hay padres que se separan cuando los hijos se van de casa porque hay padres que viven para los hijos, cuando en realidad hay que vivir para la pareja», sugirió Urra, quien hizo hincapié en la capacidad de manipulación de los hijos sobre los padres.

«El niño hace cucú y los padres aplauden»

Las referencias a los progenitores fueron constantes: «Sale un niño en un escenario, hace cucú y los padres aplauden. ¿Por qué?», se preguntó. «Los padres tenemos que educar a los hijos en la duda, en la incertidumbre,...», recomendó más tarde. Y habló de la transexualidad -«Cuando Carlitos quiere ser niña», puso como ejemplo- y de los casos en los que el alumno es echado del colegio por la presión de otros padres.

Urra, a quien no le gusta «la gente excelente» que propaga algunos programas educativos, rompió una lanza en favor de los campamentos para menores, y dio sus razones: «En el campo, mejor capilla que el cielo no hay (la conferencia era en un centro católico); la vida es compartir, se hace deporte y hay contacto con la naturaleza, que hay mucho déficit actualmente».

« A los chicos hay que enseñarles a disfrutar del silencio , de los grupos, de que las modas son efímeras», manifestó en otro momento. No obstante, admitió que es muy difícil saber decir no cuando uno es joven.

Habló también de su entrevista con José Rabadán, el asesino de la catana, para un programa de televisión que se emite este miércoles , aunque dijo que no iba a valorar sus respuestas. «Es bueno sentirte culpable. Quien hace sufrir tiene que sufrir para que cambie. Tiene que saber del sufrimiento de los demás». Y puntualizó: «Lo importante no es lo que se dice, sino si se siente lo que se dice».

Sin embargo, acentuó el mal uso de la palabra en la sociedad con un dato: «El 40 por ciento de la población española no lee nada». Luego hubo espacio para el «paletismo» de Cataluña y para la violencia escolar, y recriminó que un docente no sepa lo que ocurre en su centro educativo.

Reprochó a los psicólogos que insisten en que hay que tener autoestima. « La gente se frustra por intentar alcanzar algo que no es posible. ¿Con mi barriguita puedo jugar con los Gasol? No », ejemplificó Urra, quien afeó que con El Quijote «se haga puré para que lo entiendan los niños. Deben esforzarse en leerlo».

Tocó muchos palos, también la libertad de expresión. «¿Alguien que no sabe nada tiene libertad de expresión?», se cuestionó el psicólogo, quien recordó que es un derecho fundamental, «pero tiene sus límites».

Aunque había dicho que no iba a valorar las respuestas de Rabadán en la entrevista para el programa de televisión, Urra sí mencionó más adelante la contestación que el asesino de la catana le dio acerca del asesinato de su hermana, con síndrome de Down. «Dios obró mal», le respondió. «Lo malo es creerse Dios», añadió el psicólogo ante el auditorio. Y dejó otra afirmación inquietante: «¿Habría chavales capaces de matar para salir en una primera página? No lo dudes».

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