María José Muñoz - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Pedro A. González, poeta en el Café Gijón

El poeta de Calzada de Calatrava gana uno de los más antiguos premios de novela con «La mujer de la escalera»

Pedro A. González, el día del fallo del premio, a las puertas del Café Gijón

POR MARÍA JOSÉ MUÑOZ

El Premio de novela Café Gijón, que acaba de ganar Pedro A. González Moreno (Calzada de Calatrava, 1960), colaborador de Artes&Letras de Castilla-La Mancha, es uno de los más antiguos del panorama nacional (1949) y fue instituido como réplica del Premio Nadal.

-Usted ha recibido ya diversos premios, y este último tiene mucho prestigio; lo han conseguido escritores como Carmen Martín Gaite, Eduardo Mendicutti, Fernando Quiñones, José Carlos Somoza o Luis Chivite, entre otros. ¿Satisfecho?

-El adjetivo «satisfecho» se queda pequeño. Como ya he dicho en otro momento, me siento como si me hubieran dado un par de jarras de cerveza bien fría en medio de un tórrido verano manchego.

-La mujer de la escalera» es el título de su novela premiada. ¿Podría decirnos quién es esa mujer, existe realmente? Si no, ¿por qué ese título?

-Esa mujer es un personaje misterioso que aparece de vez en cuando en la novela, y su significado es más bien simbólico porque tiene que ver con los sueños (o más bien con las pesadillas) de la protagonista).

-La novela habla de una generación fronteriza, me imagino que la suya, que llegó demasiado tarde a ciertas cosas o demasiado pronto a otras. ¿Se refleja a usted mismo en sus páginas; es autobiográfica en alguna medida?

-La novela no es autobiográfica, aunque sí es cierto que los protagonistas pertenecen a una generación que es la mía, una generación que llegó a la universidad en un momento (año 1977) en el que estaban cambiando muchas cosas en España. Pero quizá nosotros éramos demasiado jóvenes para ser conscientes de la trascendencia de esos cambios, o para convertirnos en protagonistas de ese momento histórico.

-Se desarrolla la trama en los últimos años 70 del siglo XX. En ese tiempo usted estudiaba en la universidad. Son los tiempos también de la Transición. Se trata de una intriga en el entorno universitario. ¿Qué cambios observa entre la juventud de entonces y la de ahora?

-Cada generación tiene sus inquietudes y sus ilusiones, como también tiene su música y sus causas por las que luchar. Pero los jóvenes de entonces teníamos por delante todo un mundo nuevo para construirlo; los jóvenes de ahora se han encontrado un edificio ya hecho, y algunos empiezan a darse cuenta de que a aquel edificio, construido por los mayores, le han salido algunas grietas y se resquebraja.

-Castilla-La Mancha sirve de escenario en la novela y uno de ellos es Guadalajara. ¿Por qué este lugar?

-En primer lugar, porque conozco muy bien esos escenarios. Y en segundo lugar porque el desarrollo del propio argumento y las circunstancias de la trama principal obligan a que una buena parte de la acción transcurra allí, especialmente en algunos lugares como Brihuega y, sobre todo, Sigüenza.

-La historia lleva fugazmente a la guerra civil. ¿Puede decir para qué?

-La evolución de la historia, relacionada con la búsqueda de unos antiguos libros de teatro medieval, conduce necesariamente a ello. La lógica del relato lleva, durante algunos capítulos, a ahondar en uno de los episodios más emblemáticos de la Guerra Civil: la batalla de Guadalajara.

-Es curioso que se adentra también en el mundo teatral, utilizado como un espacio metaliterario donde no todo es lo que parece.

-La realidad y la ficción en esta obra están bastante interrelacionadas, y he tratado de que esos dos mundos se distingan perfectamente. La calidad de una obra hay que medirla en función del modo en que ambos niveles (ficción y realidad) se desarrollen, para producir en la obra un efecto de «realidad narrativa».

-¿Cree que es más conocido por su poesía que por su narrativa, ¿le molesta, le agrada?; si tuviera que elegir, ¿con qué se quedaría?

-Me parece natural que se me conozca más como poeta, ya que he publicado más libros de poesía que de narrativa. (He publicado seis libros de poesía y «La mujer de la escalera» será mi tercera novela). Pero eso no puede molestarme porque uno se considera fundamentalmente poeta. La elección entre los dos géneros sería muy difícil: son registros distintos y cada uno proporciona placeres diferentes. Y los dos forman parte de mí casi desde mi adolescencia.

-¿Cómo ve el panorama literario español y, en particular, el de Castilla-La Mancha en la actualidad?

-Por lo que respecta a la lírica, tanto en su nivel nacional como regional, ya he hablado extensamente de ello en un libro de ensayo muy reciente, titulado «La musa a la deriva», y es imposible resumirlo ahora. En cualquier caso, y en los diferentes géneros, las letras castellano-manchegas se encuentran viviendo un momento de auge y van adquiriendo cada vez más proyección nacional.

-Hay una buena generación de poetas jóvenes en la región. ¿Qué opinión tiene de ellos, les sigue?

-Siempre me ha interesado y he estado al tanto de la poesía joven en nuestra región. En «La musa a la deriva», precisamente, les he dedicado algún capítulo a sus estéticas y a sus poéticas, y hay antologías en las que se demuestra que el de la poesía joven es un fenómeno muy vivo y digno de tener en cuenta. No sabemos hacia dónde evolucionará, pero al final el tiempo y los antólogos son los que tienen la última palabra.

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